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Jornada de Media Veda 2018

Largos, muy largos fueron los meses que tuvimos que esperar para de nuevo tener nuestra primera salida al campo, esta vez ya con nuestras correspondientes armas para intentar cobrar alguna que otra tortolita, y como no, algunas torcaces, y a poder ser auxiliados por nuestros cimbeles, que a la postre, al menos al que suscribe es lo que mas le apasiona.

Todos los años soy invitado por mi buen amigo Jose Luis a cazar la media veda a su finca allá por tierras charras, una preciosa finca de dehesa que suele ser  tomada por nuestras amigas las torcaces.

Yo esta opción la acojo con una ansiedad fuera de lo normal, posiblemente sea para poder probar aquellos nuevos pichones que permanecieron  en sus posaderos diariamente largas horas durante al menos tres meses.

Opino que la Media Veda es un pretexto para reunirnos de nuevo con nuestros amigos y compañeros después de una larga espera, pero básicamente y ademas de esto yo personalmente opto por lo  primero, en el que intento cazar con los pichones del año,  al menos en un par de jornadas, y que  mejor manera de probarlos que  en acción de caza.

Para ello selecciono   y adiestro algunos pichones durante al menos tres meses, y de paso los enseño a comer en el interior del jaulon de trasporte con comederos y bebederos exteriores, algo que os aconsejo a todos que hagáis por que si no es así puede que estos no sepan comer y beber por si solos en dichos comederos bebederos, y teniendo en cuenta que se tiraran tres días en el interior del jaulon, seria una faena que lo hicieran sin comer y sin beber.

Días antes de la apertura de dicha Media Veda, hablé con Jose Luis y quedamos en que yo iría el viernes para dormir en Salamanca y cazaríamos el sábado mañana y tarde y el domingo por la mañana. Le pregunté que si había palomas y me dijo que si, que las había, que no es que fuera para tirar cohetes pero que si se veían moverse por el rastrojo de trigo recientemente cosechado.

Quedamos en que saldría de Caceres sobre las ocho de la tarde y que a las diez mas o menos estaría allí, pero que al ser algo tarde no montaríamos nada en dicho rastrojo como solemos hacer en otras ocasiones, y quedaríamos el sábado muy temprano para que nos diera tiempo de montar todo antes de que amaneciera.

Y así fue, sobre las ocho de la tarde salí hacia tierras charras y un par de horas después ya estaba en el hotel donde pernoctaría este fin de semana.

Pero algo hizo que esa noche no durmiera todo lo bien que yo hubiera deseado, y es que la Mujer de Jose Luis mientras viajaba me había mandado un mensaje sonoro, y un vídeo hecho con el teléfono móvil, en el que me decía que la cosa pintaba muy bien y que se veían bastantes palomas, cosa que pude comprobar en dicho vídeo mientras cenaba algo.

Automáticamente se me pusieron los nervios nerviosos, y di bastante mas importancia a dicho mensaje y vídeo que a la misma cena, cosa normal entre otras cosas, vamos que lo repasé una y otra vez  viendo salir muchas palomas del rastrojo justamente donde Jose Luis me dijo que me pondría, imaginaros la noche que pasé.

Quince minutos antes de la hora  que habíamos quedado ya estaba yo dándole un abrazo a mi buen amigo Jose Luis en la puerta de su casa.

Una vez que este cogió los cimbeles fuimos a por Fernando, su primo, el cual iba a acompañar a Jose Luis a su puesto, y de allí dirección al rastrojo hasta llegar  a lugar donde montaría y me amanecería.

Me despedí de Jose Luis y Fernando y poco a poco fui montando todo el equipo cimbelero comenzando por el puesto, para seguir con un par de  pértigas con dos cimbeleras verticales, una vara Portuguesa y media docena de palomos ciegos.

El sol joven y fuerte comenzó a abandonar el campo de batalla después de haber vencido a la luna que se alejaba impotente de dicho campo de batalla, vamos que comenzaba a amanecer, y de momento allí lo único que entraban eran miles de pájaros atraídos seguramente por las muchas espigas cargadas de trigo que descansaban en el suelo. Pero de torcaces y africanas nada de nada.

Jose Luis y yo estábamos conectados mediante  emisoras, y los primeros comentarios fueron los mismos por parte de los dos ¿donde están las palomas? el caso es que después de mas de media hora de incertidumbre y muy mosqueados comenzaron a acudir al rastrojo las primeras torcaces.

Torcaces que en su totalidad entraban a los cimbeles de una forma espectacular, se picaban sin paracaídas e hicieron que durante algo mas de dos horas tuviéramos una serie de lances que en algunas ocasiones nos pusieran los pelos de punta.

Jose Luis estaba colocado en la zona baja del rastrojo, y yo en la media, no escuchaba apenas sus tiros, pero al estar comunicados sabíamos ambos que la jornada iba a ser buena, o muy buena y ya no hubo incertidumbre que valiera  las torcaces se estaban entregando y nosotros dos estábamos disfrutando de lo lindo.

Cuando nos pareció que aquello había aflojado algo decidimos que recogíamos y que nos marcharíamos a la casa  a saludar a la mujer de Jose Luis y a su bonita hija, para a continuación y después de atender al ganado porcino, gatuno, vacuno, y volátil siempre acompañado de la campera Lidia, nos sentamos en el porche jardín de la casa para dar cuenta de un estupendo aperitivo al que siguió una excelente comida, seguidamente descansamos en el salón de la casa hasta que pasadas las cuatro treinta nos dirigimos de nuevo al rastrojo para iniciar la tarde palomera esperando a las torcaces.

La tarde sin ser tan intensa como la mañana tampoco decepciono y a las ocho de la tarde finalizamos la jornada del sábado también con un excelente sabor de boca, se habían cumplido los pronósticos y habíamos tenido una jornada cimbelera bastante mejor de lo que pensábamos, y ya era hora de regresar a la casa donde de nuevo la mujer de Jose Luis nos agasajó con una estupenda cena en el jardín hasta que los aspersores de riego se conectaron y tuvimos que salir todos por patas para evitar mojarnos, aunque servidor no lo consiguió y llegó al hotel algo fresquito.

A la mañana siguiente y teniendo en cuenta que lo habíamos dejado todo montado en el mismo lugar para repetir puesto quedamos en que quedaríamos media hora mas tarde que en la jornada anterior pues nos sobraría tiempo para solamente tener que colocar los cimbeles y el resto del equipo.

De nuevo amaneció y no  tardaron en llegar las palomas, y la jornada mañanera tampoco defraudó y nos divertimos de lo lindo los dos, sobre las once de la mañana decidimos que recogeríamos y quedamos en vernos en la cancilla de la casa, allí estaban de nuevo Lidia y su mamá esperándonos para saber el resultado de la mini jornada algo que rápidamente nos encargamos los dos de ponerla al corriente con mucha satisfacción.

Una vez que hicimos algunas fotografías y guardamos las palomas en frío me despedí de mis amigos y de la encantadora Lidia y me marché para Caceres, sobre la una treinta de la tarde llegué al campo y llamé a algunos amigos para que vinieran  a por algunas palomas, lógicamente eran muchas y a mi no me cogerían en los arcones que tengo para ese fin.

No le podía pedir mas al fin de semana, había hecho lo que mas me gusta que es cazar palomas con cimbeles, había probado mis pichones del año, que por cierto se portaron estupendamente, y lo mas importante, había pasado dicho fin de semana en compañía de mis dos buenos amigos, Jose Luis y Olga, y su encantadora hija Lidia, desde estas lineas toda mi gratitud para ellos por tratarme como lo hicieron, seguramente tarde en olvidar este fin de semana por muchos años que viva  que espero sean muchos, gracias amigos hasta la próxima.

Juan Manuel Alonso Rabazo.-

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