El pronostico del tiempo no era el mejor que cualquier cimbelero podía esperar para este fin de semana, al menos para el sábado, en el norte de Extremadura anunciaban algunos chubascos, no muchos pero al fin al cabo chubascos.
Todos sabemos lo que significa esto, días grises, oscuros, y con algo de agua, tostón seguro, incluso cuando hay algunas palomas en la zona estas no están por la labor y deciden que no merece la pena bajar a ver a sus ficticios congéneres pasando totalmente de nosotros, vamos que no se pican y no entran a nuestros amigos alados, los cimbeles.
El caso es que me levanté a las seis de la mañana y lo primero que hice fue asomarme a la ventana para comprobar como estaba el tiempo. los palos del sombrajo se me cayeron, ESTABA LLOVIENDO, poco pero estaba lloviendo. Bueno pensé en que si aquello continuaba me vendría y ya esta.
Después de desayunar en la churreria en la que suelo hacerlo me puse en camino con los limpias parabrisas marchando, flojos pero marchando, que le vamos a hacer, Extremadura y yo somos así. Cuando llevaba unos cinco kilómetros estuve tentado de darme la vuelta, tirar la toalla y dejarlo para otro día, pero al final continué.
Unos seis kilómetros mas adelante me llamó la atención una vaca blanca que estaba mirando hacia la carretera, el animal estaba pegada a la valla pero fija a la carretera, no pensé en nada simplemente que era una vaca, unos metros después llegó el susto, había una gran vaca negra en mitad de la carretera, cruzada mirando a la vaca que estaba en el interior de la cerca, no me dio tiempo a nada, y menos a frenar, solamente la esquivé y me quité de en medio lo que podía haber acabado en una tragedia, QUE SUSTO.
Automáticamente paré en la cuneta y le di unas voces a la vaca para ver si la espantaba y volvía a entrar por donde había salido, y a continuación llamé al 112 donde les expliqué la emergencia, el operario me preguntó el kilómetro exacto se lo di y continué mi camino.
También llamé a algunos compañeros de coto con los que había estado desayunando para avisarles del peligro, algo que me agradecieron.
De momento las ganas de volverme se me habían quitado y decidí que me arriesgaría y llegaría hasta la finca.
Un rato después llegué a dicha finca y me entraron las dudas donde colocarme, bajé del coche en el camino para ver si se movía el viento, pero este no soplaba nada y decidí colocarme en el puesto al que llamamos de los cochinos, por ser la ultima cerca donde meten a algunos cerdos para que se peguen buenos festines de bellotas.
De momento había dejado de llover, lo que me alegró por no tener que mojarme mientras montaba todo el equipo.
Después de sacar dicho equipo del coche monté tres cimbeleras verticales, una a la derecha y delante, del puesto otra a la izquierda, y otra mas alejada en el centro de estas dos, una Vara Portuguesa en el interior del puesto, y media docena de ciegos.
El día estaba muy oscuro, había dejado de llover hacia un momento y ademas estaba en suspenso, no se movía ni una sola gota de viento, MALA COSA.
Serian las nueve treinta de la mañana cuando vi las primeras torcaces revolotear por los alrededores, me metí dentro del puesto me puse los guantes de tiro y esperé.
Seguidamente vi un bandito de unas quince torcaces venir a lo lejos, altas muy altas, pensé en ni llamarles la atención, estaba claro que no me harían ni caso.
Pero como estaba allí para eso las llamé, seguramente no había tirado de la cuerda del segundo cimbel cuando estas se percataron de mi llamada y abrieron las alas, COÑO que pasa aquí ? se habían fijado en mis cimbeles, rápidamente insistí con los demás verticales y las torcaces no se lo pensaron dos veces, se picaron a todo trapo y cuando me quise dar cuenta se me habían echado encima, vamos que cogí la escopeta casi en defensa propia, PUM PUM sonaron dos disparos, pero de caer plumas del cielo, nada de nada, no había tocado pluma, como podía haber fallado aquello, de momento las culpas se las eché al barbour, y a que estas entraron demasiado rápidas, vamos que las había fallado olímpicamente, pensé que era una pena, que podían ser las únicas porque de nuevo estaban cayendo unas gotas.
La cosa comenzó a moverse, de hecho a partir de ese momento hasta las doce de la mañana las torcaces se entregaban a tope se tiraban sin paracaídas, no me lo creía, veían un cimbel saltar sobre su posadero y se tiraban sin paracaídas, algunas veces no me daba tiempo ni de tirar de la cuerda de la vara, era IMPRESIONANTE, creo que los ciegos no llegué a tirarlos al aire ni una sola vez, y todo esto, y en algunas ocasiones con el paraguas abierto en el interior del puesto.
El caso es que me estaba divirtiendo pero no estaba tirando demasiado bien, yo creo que estaba algo nervioso, quizás acelerado, no me lo esperaba, estas una vez mas consiguieron sorprenderme. Que gozada, como entraban, sinceramente demasiado fuertes, no se lo pensaban ni un solo momento, a veces me entraban entre la copa de la encina y el suelo, a medias carnes como suelo decir y me tenia que poner de puntillas para poder tirarlas, posiblemente con una raqueta de tenis alguna habría enganchado.
El caso es que estas no dejaron de moverse en toda la mañana, la cosa comenzó a aflojar al medio día, sobre las doce dejaron de verse por los alrededores, y la cosa se normalizo.
Hasta el momento durante toda la mañana había visto mucha paloma suelta, algunos banditos de quince o veinte palomas, y varios bandos muy grandes revolotear frente a mi, estas al no tener a nadie en la finca se levantaban y se volvían a echar, en estos casos como digo eran bandos muy grandes, los que hasta la fecha no había visto por la zona.
A las doce y media y teniendo en cuenta que aquello se había parado decidí ir hasta el coche a buscar el taco y dar buena cuenta de el, disfrutando de la vista en el suelo bien colocadas como me gusta hacer a mi de una pequeña percha de dieciocho palomas que había conseguido cobrar.
No era para tirar cohetes, pero era una aceptable percha mañanera
El taco como siempre delicioso, abundante y delicioso, y a continuación y como no hacia frío y la cosa estaba mas que parada me recliné un poco hacia atrás en la silla y me quedé algo traspuesto, pienso que las dos copas de vino que me tomé en la comida colaboraron en ello.
Parece mentira como desaparecen las palomas, no se veía ni una sola, el día seguía oscuro pero las torcaces brillaban por su ausencia.
Sobre las dos treinta vi alguna que otra paloma moverse por los alrededores, por lo que cerré la silla y la guardé en su funda para evitar tentaciones de volverme a sentar y decidí que seguiría al pie del cañón.
Las torcaces comenzaron a moverse, en menos cantidad que a la mañana pero me dieron la oportunidad de volver a tener algunos lances mas, menos que por la mañana pero si para volver a disfrutar con las picadas de mis queridas amigas las torcaces.
A las cuatro de la tarde la cosa se paró en seco, por lo que pensé en recoger , y así lo hice, por la tarde había conseguido cobrar seis torcaces mas en estupendos lances con picadas escalofriantes.
En cuarenta minutos había desmontado y guardado todo en el coche , unos minutos después salia de la finca con dos docenas de palomas cobradas en un día oscuro, sin viento, gris, y muy feo, pero en el que disfruté mucho con las picadas escalofriantes de las torcaces.
Si he de ser sincero he de reconocer que no me lo esperaba, ni muchísimo menos, pero esta preciosa modalidad de caza es así, y hay que aceptarla como tal.
Seguramente en futuras salidas me puede volver a ocurrir lo mismo, y lo lógico es que las torcaces no se fijen en mi, y mis cimbeles , y me marche para casa sin haber conseguido meter en plaza ni una sola paloma, pero en esta ocasión el cazador había salido victorioso, la gran mayoría de las veces son ellas.
Realmente es lo que hace que esta preciosa modalidad de caza sea lo que es, a mi juicio la mas bonita con diferencia, al menos para mi, una persona que exceptuando la caza del perdigón las ha practicado todas, y ademas con insistencia
Como esta al menos para mi , NINGUNA.
Lo que mas sentí de corazón es que había quedado con mi buen amigo Jose Luis en que si había algunas palomas por mi zona vendría a hacerme alguna visita y pasar el día cazando conmigo palomas torcaces con cimbeles, como solemos hacer durante algunas jornadas de la temporada pero en su finca, no estuviera allí, pero estas cosas son así, espero que las palomas no nos abandonen pronto y venga a hacerme una visita, o varias si son chicas.
Juan Manuel Alonso Rabazo.