Está claro que lo que ocurrió la semana pasada fue un espejismo, fue algo que no es como normal en el mundo de la caza de la paloma torcaz con cimbeles. El ver como se picaban las torcaces a mis auxiliares en un día feo, un día gris, un día en ocasiones lluvioso, fue algo inesperado, espectacular, por eso este fin de semana siendo casi un calco meteorologicamente hablando yo esperaba el que se repitiera la historia.
Pero esta fue de arena.
Salí temprano de casa y en esta ocasión no tuve problemas en la carretera de ida, ni con vacas, ni con jabalíes ni con nada, últimamente me he vuelto muy previsor, temeroso en la ida a Torrejon el Rubio, nunca me ha dado miedo, o quizás no me ha importado el encontrarme algún animal en la carretera, pero últimamente después de algunos encontronazos fortuitos con jabalíes, vacas, algún perro que otro, me han hecho el pensarme seriamente que hay que conducir mas concentrado, y por supuesto mas despacio.
En esta ocasión me coloqué en una zona a la que llamamos (las arbolagas) es una zona muy querenciosa que aun estaba prácticamente sin cazar, esta zona esta situada en la parte superior del acotado y linda con otra bonita finca palomera.
Al no tener puesto natural montado en esta zona tuve que montar uno de los varios artificiales que tengo, después de enclavado en la zona elegida, le coloqué cuatro ramas de mamones de las encinas de la forestación para taparlo un poco. Monté en la parte delantera a unos quince metros a derecha e izquierda dos verticales, a la derecha de dicho puesto un poco retrasado para recoger las palomas que vinieran de la forestación una cimbelera mixta, que haría las funciones de vertical y horgadera, lo que haría entrar aun mas a las torcaces en caso de que estas estuvieran por la labor. A continuación monté la vara Portuguesa en el interior del puesto, les puse las caperuzas a media docenas de ciegos que en pocos minutos quedaron subidos en su posadero.
En esta ocasión y aprovechando que a se aproximan las fechas de medicar mis palomas me llevé un jaulon mas, en él introduje las once palomas que quedaban en el palomar para medicarlas in situ, así darle unas horas de reposo en el cual no comerían nada.
Lógicamente para estos menesteres había cogido las pastillas (Wormac) unos pinchos de suelo para que estas una vez medicadas no pasaran toda la jornada en el jaulon, si no en el suelo al menos aireándose.
Dichos pinchos son como su propio nombre indica unos pinchos de hierro de unos treinta centímetros aproximadamente de largos a los que van sujetos unas cuerdas de un metro, una goma de metro también terminadas en unas pihuelas que irán sujetas a las dos patas, de esta forma la paloma queda sujeta por sus patas pero libre en cuanto a movimientos, lo que se traduce en un atrayente mas para nuestras amigas las torcaces.
Una vez que terminé de montar todo el equipo mediqué una a una a las palomas y las fui sujetando por las patas colocadas en el suelo, diez minutos después un bonito bando de una docena de palomas se movía libremente en la delantera de mi puesto.
El día estaba como he dicho gris, las palomas se hacían esperar, creo que tardaron mas de media hora en moverse algunas por la zona. Cuando llegue salieron algunas de las encinas pero para mi esas no contaban.
Sobre las nueve treinta una paloma vino de la parte baja y entró franca a los cimbeles, la abatí de un certero disparo, enseguida pensé que pasaría como la semana anterior, que se picarían bien a pesar de ser un feo día palomero. QUE EQUIVOCADO ESTABA.
A raíz del primer disparo en la que abatí la primera torcaz lógicamente comenzaron a moverse palomas por los alrededores, me dispuse a intentar cobrar alguna mas pero iba a ser que no.
Las torcaces a pesar de en principio picarse como todos esperamos que lo hagan cuando iban llegando a la plaza se giraban poco a poco y el que suscribe se quedaba compuesto y sin torcaces, esto ocurrió varias veces seguidas, era desesperante, la que no hacia esto se posaba en las encinas cercanas pero nunca junto a mis cimbeles.
Para intentar paliar esto lo que hice rápidamente fue traerme una de las pértigas mas cerca de mi puesto para así intentar reducir la distancia entre el giro en redondo de las torcaces, dándome así la oportunidad de tirar algunas mas.
Si, en principio la estrategia fue plena, un par de torcaces engañadas se acercaron algo mas a la plaza y pude quedarme con ellas.
PERO APRENDIERON, de nuevo las torcaces se picaban, antes de llegar a las encinas donde estaban los cimbeles se giraban y yo me quedaba como os decía antes, con la boca abierta y con el riesgo de que me entrara alguna mosca en ella.
Y así una y otra vez, casi consiguen sacarme de mis casillas, pero pensé que no merecía la pena y comencé a disfrutar de sus medias picadas, al menos estaba muy entretenido, aunque había dos problemas uno que no disparaba casi a ninguna paloma, y la otra que estaba pelando la piel de los guantes de tanto tirar de las cuerdas, esto no es broma, cuando me di cuenta los tenia los dos un poco pelados a pesar de ser guantes nuevos.
Esto hablando de palomas sueltas, siempre eran palomas sueltas, en ocasiones, parejas o como máximo dobles parejas, pero de bandos nada.
Hasta que sobre las once treinta de la mañana vi venir un bando grande, tendría entre ciento cincuenta a doscientas torcaces, venia largo pero pensé en intentar meterlo y así lo hice, comencé a trabajarlo aun teniendo en cuenta de que no me ha gustado nunca tirar bandos grandes a los cimbeles, no suelo hacerlo nunca, a menos de que esté muy quemado, y en esta ocasión lo estaba, no tenia intención de tirarlas, de verdad, pero si me apetecía al menos tratar de meterlo y ver de cerca a mis amigas .
Y ocurrió, poco a poco, las torcaces fueron abriendo y parando sus alas picándose hacia mis cimbeles, era todo un espectáculo, venían y venían y cada vez estaban mas cerca, en ningún momento se me ocurrió mirar para la escopeta, no tenia intención de tirarlas, solo quería meterlas, ENGAÑARLAS, y dejarlas pasar a todas, estas cada vez estaban mas cerca, algunas de ellas me pasaron a cuatro metros de distancia, seguían entrando, me estaba calentando, cada vez mas caliente, hasta que me calenté del todo y decidí que la ultima iba a pagar el pato, y lo PAGÓ, me fui con ella la quedé muerta en el aire dando un tremendo pechugazo al caer al suelo.
Lo sentí de verdad, pero estaba muy quemado, aquella pobrecita acababa de pagar el pato.
Prometí que no volvería a hacerlo al menos en esta jornada, lo cumplí, y no por que decidiera no hacerlo, si no porque no volvió a entrarme ningún bando grande.
Aquello estaba muy parado, yo veía venir algunas palomas sueltas pero ya ni se picaban a los cimbeles, pasaban olímpicamente de ellos, y todas todas, todas se posaban en un regato que tenia a mi derecha como a 500 metros de mi.
El caso es que estaba viendo palomas, y lamenté que no estuviera el día soleado, pero la tarde seguía muy fea y las torcaces pasaban de mis cimbeles, y a la vez de mi, ellas lo iban a perder, pues al final de la jornada no las iba a subir a mi coche.
Después de comer un apetecible taco me senté en la silla puse los pies encima de uno de los jaulones, sin quererlo, pero si deseándolo, me quedé un ratito traspuesto, cosa que agradecí, porque la verdad es que no había dormido nada bien y necesitaba cerrar los ojos un rato.
Estando en estos menesteres la mar de tranquilo de pronto me sorprendió el ver venir un precioso venado trotando hacia mi, me quedé quieto, muy quieto, el animal viéndome perfectamente apretó un poco el trote pero siguió hacia donde fuera sin hacer espavientos, era precioso, calculo que seria un doce puntas, limpio y precioso, no hice el menor movimiento y este sin pararse siguió su camino hasta que dejé de verlo, creo que me pasaría a cuarenta metros de distancia, fue muy lindo verlo correr sin prisas, pero sin pausas.
Sobre las tres de la tarde algunas palomas mas se movieron por la zona, y estas si que entraban algo mejor, no para tirar cohetes pero al menos me dieron la oportunidad de cobrar otras tres mas, conformándome con ello, tal como estaba el día no se le podía pedir mucho mas.
Lo que si me hizo pensar en que es lo que ocurre para que en días totalmente iguales las palomas de una misma zona actúen de forma tan diferente.
¿Alguno de vosotros me sabría dar una explicación lógica,? desde luego yo a vosotros NO.
A las cuatro treinta comencé a recoger el mucho equipo montado por la mañana, y una hora después estaba saliendo de la finca camino del campo para dejar a mis colaboradores alados.
Un día mas en el interior del puesto cimbelero, pocas torcaces cobradas, algunos lances, y muchas muchísimas veces tiradas de cuerdas. No nos quejaremos, seguramente a algunos compañeros,o conocidos se les habría dado peor.
No olvidéis que cazar con cimbeles es algo mas que tirar de vez en cuando de una cuerda, ES MUCHO MAS QUE ESO.
La semana que viene si Dios así lo quiere mas, y si puede ser mejor, saludos para todos.
Juan Manuel Alonso Rabazo.