Pues si, se acabó, se terminó, finalizó la temporada de Palomas 2019-20, le podéis llamar como queráis, pero se acabó.
Es algo contra lo que no podemos hacer nada, nada de nada, normalmente las cosas que tienen un inicio suelen tener un final, a pesar de que en este caso alguno puede estar teniendo principios de cierta depresión , seguro que todos sabéis a que me refiero, lógicamente unos más que otros.
Para el que suscribe es total, pero por suerte es una depresión azul, que en solo en nueve meses ya se le habrá curado, o al menos en parte. vamos que le espera un parto azul.
En esta ocasión le tocaba venir a verme a mi a mi buen amigo José luis a tierras Extremeñas. Desde que finalizó la temporada en Castilla y León mi amigo y yo quedamos que al final de temporada de Extremadura vendría a cazar conmigo y con mis colegas a Torrejón y despedirnos juntos de la temporada hubiera o no torcaces por la zona, lo que estaba claro es que hambre lo que se dice hambre no íbamos a pasar.
José Luis, se presentó en casa el sábado sobre las nueve de la noche, teníamos reserva en una tapería para cinco, su mujer, su guapa hijita, mi señora, y los dos mosqueteros, pero al final por problemas técnicos tuvimos que ir a cenar solo los tres, Juani, él y yo.
Nos fuimos dando un paseo, y después de tomarnos una cerveza bien fría nos sentamos a cenar.
José Luis venía de un bautizo, y comentó que no pidiéramos mucho para cenar porque era lógico que el hambre no sería la misma, yo le dije que sí que era lógico, pero no le hice caso, pedí lo que había que pedir, y José Luis como siempre se portó, como buen chico que es se lo comió todo, yo le digo que da gusto verlo comer, que es muy hondo, vamos que come muy bien, unos crían la fama otros cardan la lana.
Una vez que le dijimos al camarero que nos guardara el último plato para llevárnoslo por ser imposible meterle mano nos marchamos y nos despedimos hasta las seis de la mañana que lo recogería en la puerta del hotel donde se quedaría a pasar la noche.
Y así fue, a la hora que habíamos quedado José Luis bajó y nos dirigimos a buscar a mi compañero Andrés para desayunar los tres juntos en una famosa churrería de Cáceres.
Después de haber dado cuenta de algunos churros y su correspondiente café nos encaminamos los tres hacia Torrejón. Yo tenía en mente que José Luis dejara el coche en Cáceres y que se viniera conmigo pero con acierto el pensó en llevarse el suyo y desde allí al final de la jornada se marcharía directamente a Salamanca, y así no tener que volver a buscarlo a Caceres.
Treinta minutos después estábamos abriendo la cancilla de entrada de la finca, en principio Andrés se colocaría en un puesto al que llamamos del regato, ¿ de qué me sonará a mí eso? a José Luis lo colocaría yo en el puesto de los cochinos, y yo volvería sobre mis pasos y prepararía un puesto en el alto de un cerrete que daba vistas a la carretera pero ya en la otra finca, por lo que tendría que aligerar si quería tener todo listo antes de que comenzaran a moverse las torcaces en caso de que las hubiera.
Según me dirigía a mi postura me llamó Andrés para decirme que no se podía poner en el lugar donde yo le había indicado porque al llegar al mismo se percató de que había olvidado el puesto artificial, se puede pensar que puede ser cosa de la edad, pero mucha culpa de ello es tener varios puestos naturales repartidos por toda la finca.
Una vez en el lugar elegido monté rápidamente la estructura metálica de aluminio que tengo como puesto y lo vestí con unas redes camufladas para adecentarlo un poco, y como el sol ya estaba mas que fuera rápidamente coloqué frente a el una cimbelera vertical y dos rodillos, uno a su derecha otro a su izquierda, les puse las caperuzas a cinco ciegos y los coloqué en su posadero. Ya había visto moverse varias palomas por los alrededores pero procuraba bajar la cabeza y seguir con lo que tenía entre manos.
Algunos tiros sí que se oían por las fincas colindantes, pero tampoco para tirar cohetes, por lo que me alegré de que al menos el llegar algo tarde a la postura no me serviría de disgusto por no haberlo hecho antes.
El caso es que una vez instalado y con una de mis armas en espera una paloma algo lejos se dejó querer por mis colaboradores, y se vino derecha a ellos, pero derecha y endiabladamente rápida, algo que no tenía nada que ver con el fin de semana pasado, de verdad que me sorprendió porque pensé que las torcaces ya tendrían un nivel de presión tan alto que a estas alturas no harían ni caso a los cimbeles, totalmente falso, hoy en caso de haber palomas sí que estarían por la labor. El caso es que si me descuido no hubiera podido tirarla de lo rápida que venía, pero sí, le puse los puntos y esta pegó un fuerte pelotazo a dos metros del puesto. Como suele ocurrir al disparo se levantaron algunas palomas de los alrededores, intenté convencerlas de que aquello era lugar seguro pero habían salido demasiado cerca y no quisieron saber nada de mí.
El puesto que había improvisado lo había colocado muy debajo de la encina que me daría algo de sombra cosa que impidió que en tres ocasiones seguidas no pudiera disparar sobre las palomas totalmente entregadas que me habían entrado pues las ramas que tenía encima me lo impidieron, por lo que cambié la escopeta por el serrote telescópico y en diez minutos ya dejé la encina preparada para cazar, al menos para el año que viene, por que palomas cada vez se veían menos, hubo un rato bonito pero lo desaproveché, cosas de la improvisación.
Una nueva paloma que venía de la zona de la carretera se fijó de nuevo en una de mis palomas y pensaría ligar con ella pues la abatí prácticamente posándose a su lado.
Seguidamente tuve un par de nuevos lances, pero la cosa se frenó en seco, al menos para mí no así para uno de mis compañeros de coto, José Luis , hoy se me repetían los José Luis, con el cual había estado hablando al llegar, y que por cierto no hice mucho caso pues me pillaba el toro, el caso es que este no dejaba de disparar de vez en cuando, no para tirar cohetes pero se estaba entreteniendo. A este José Luis, le llamaremos el de Coria, le acompañaba Alfonso, su amigo, que le había acompañado por si era necesario tirar de las cuerdas si a José Luis se le pelaban los dedos de tanto tirar, vamos que iba a pasar con él esta jornada contándose batallitas antiguas mientras miraban hacia el cielo en busca de puntos azules.
Hablé con José Luis y me dijo que el había cobrado cuatro y que también le habían entrado muy bien a los cimbeles, lo dicho, en caso de moverse palomas entrarían a los mismos. También me dijo que estaba viendo palomas posándose todas en el mismo sitio, incluso algún bando con cerca de 400 palomas, y el sitio no era otro que justamente donde iba a colocarse Andrés, pobre Andrés, este año está gafado.
Como Andrés este año lo lleva gafado la contestación a mi llamada fue la misma del último fin de semana, mal voy mal, el puesto esta muy bien pero aquí se ve poca leche.
Por la mañana habíamos quedado que yo a las doce recogería y comeríamos en el puesto de José Luis, pero yo estaba viendo palomas, incluso en varias ocasiones bandos muy grandes que se levantaban y volvían a posarse en la finca lindera y escasamente a kilómetro y medio, por lo que les comenté que podían recoger y venirse y por la tarde cazar en la que yo estaba, estos accedieron a las doce treinta ya estábamos juntos de nuevo los tres mosqueteros.
Antes de que estos llegaran fui a a ver a José Luis (Coria) y me metí en el puesto con él y con Alfonso, en quince minutos este le tiró los tejos al menos a quince palomas diferentes, pero estas llegaban hasta la linde de la alambrada y se daban la vuelta o se posaban muy cerca, el caso es que se me pusieron los nervios nerviosos de ver un palomeo muy bonito. Una vez que llegaron Andrés y José Luis nos juntamos los cinco y preparamos la comida.
José Luis preparó la lumbre mientras yo le preparaba la mesa de cocina a Andrés para freír el pescado.
El menú del día seria más o menos el siguiente: unos tacos de jamón, morcilla patatera, tortilla de patatas, unas banderillas, algo de queso para los entrantes, a continuación unas anchoas made in Juani, después tencas del Casar de Cáceres fritas, y carrillera interna de ibérico que al final les voy a coger manía de los empachos que me pego con ellas, que cosa más rica. El caso es que hambre precisamente hambre no íbamos a pasar, y así fue, comimos de maravilla en un ambiente sano , divertido, relajado, y que me suele hacer pensar que la comida en la caza es una de las mejores cosas que la misma genera, es un rato muy agradable, un rato que nos hace a todos iguales, solo y exclusivamente centrados en dar lo mejor de nosotros mismos y disfrutar de la jornada en armonía total.
Una vez que terminamos de comer José Luis (Coria) insistía en que me pusiera con el pero no me pareció correcto porque entre otras cosas yo tenia todo montado en mi puesto y había que desmontarlo, y además pensé que sería mejor que mi amigo José Luis se quedara con el Drone con ellos y se entretuvieran haciendo algunos vídeos con la palomas.
Andrés se fue al puesto de la linde, y servidor volvió al suyo y de nuevo levanté el campamento cosa que no sirvió para nada porque aunque parezca mentira no volví a ver palomas moverse por mi zona, no así en el puesto de José Luis (Coria) que no dejaban de meter y tirar palomas, estaba claro que las torcaces estaban empicadas al cacheo de lo cochinos, y esto hizo que en casi dos horas seguidas las torcaces no dejaron de picarse a los cimbeles, el caso es que no dejaban de disparar, yo veía la mayoría de las veces las palomas picarse y escuchar como las disparaban , y estaba claro que yo allí estaba de más, así como Andrés que solo había cobrado una.
Así es que visto lo visto sin prisas pero sin pausa recogí todo el equipo montado y me fui a por el coche para guardarlo en él por última vez esta temporada, seguidamente me fui hasta ellos y después de dejar el coche donde los tenían ellos me acerqué hasta el puesto y me senté con ellos un rato.
Me comentaron que habían tenido una buena tarde y que habían pegado unos tiritos, cosa innegable, y que habían fallado varias palomas, y lógicamente que también habían cobrado algunas, cosa de la cual yo me alegré.
Como ya había llegado la hora de terminar, estos comenzaron a recoger, y mientras Andrés volvía José Luis estuvo manejando el drone, algo que a todos nos embobaba, estos se reían por que yo les decía que esto son como cosas del demonio.
Una vez que regresó Andrés nos despedimos de José Luis (Coria) y Alfonso y nos marchamos los tres hacia la salida de la finca, a nosotros nos quedaban algunos kilómetros de vuelta a casa pero a José Luis le quedaban bastantes más hasta Salamanca, por lo que era lógico salir cuanto antes.
Una vez en la cancilla de entrada de la finca nos dimos besos y abrazo y nos despedimos hasta la próxima, que por esta vez no tendremos más remedio que esperar un tiempo.
Y ya está, como decía al principio de estas lineas todo llega y todo acaba, y ya había finalizado la temporada de caza 201-2020. Ahora toca esperar y desear que nuestras amigas y contrincantes las torcaces críen bien, y el año que viene entren en la Península muchas más de las que lo hicieron este año, que a la postre fue un año que batió récord en cuanto a la entrada, pero por desgracia a la baja, esperemos que esto no lo cojan como costumbre.
Y desde aquí agradecer a mi buen amigo José Luis el que viniera a cazar con nosotros, en especial conmigo a pesar de haber tenido un bautizo el día antes del cual se vino directamente a Cáceres, ya le dije que si hubiera sido al revés yo no hubiera ido a Salamanca, pero bueno cada uno es como es.
Y para todos aquellos que os dignáis el leer estas sinceras lineas que siempre esperan que reviváis lo mismo que el que las escribe, os deseo una próxima temporada de caza que sea mucho mejor que la ya pasada, y que yo pueda estar aquí para seguir contándoos nuestras andanzas que a la postre son las mismas que las vuestras, y si no similares.
Hasta siempre amigos
Juan Manuel Alonso Rabazo.-