El caso es que en esta ocasión por unas cosas u otras no habíamos podido hacer pandilla en Salamanca mi buen amigo y compañero de Caza Jose Luis, principalmente por el mal tiempo, o por falta de tiempo para trabajar una parte de tierra de la finca antes de que pudiera llover mas y no poder entrar a sembrar, lógicamente está antes el trabajo y mantenimiento de la finca que el pasar varias horas en el interior de un puesto de caza esperando a nuestras amigas las torcaces.
Otros años atrás por estas fechas ya habíamos cazado al menos dos o tres jornadas, pero como decía esta iba a ser la primera de esta temporada.
Ni que decir tiene que ya lo tenia todo preparado una semana antes para tal evento, solo tendría que meter en el coche, la comida para el fin de semana, las escopetas, y mis compañeros alados.
Como teníamos previsto cazar el sábado lo lógico era estar allí esa misma noche, y quedar a las seis de la mañana en el aparcamiento del hotel donde suelo quedarme.
Sobre las cinco de la tarde, y tratando de hacer el viaje antes de que anocheciera me puse en camino, y dos horas después ya estaba a las puertas del hotel.
Después de colocar la ropa, tanto de caza como de vestir, bajé a la cafetería y me tomé una cerveza fresquita, un par de horas mas tarde cené algo y a continuación subía a la habitación y me metí en la cama, había que madrugar y necesitaba estar descansado para afrontar dos jornadas camperas y cimbeleras.
Estaba algo acatarrado por lo que antes de acostarme me tomé unas pastillas y un jarabe, sobre las once de la noche ya debía estar en los brazos de Morfeo.
Sobre las cinco de la mañana ya estaba en pie, después de una ducha caliente me vestí y unos minutos antes de las seis ya estaba en el aparcamiento del hotel esperando a Jose Luis.
Una vez que nos dimos algunos que otros abrazos nos encaminamos hacia la finca donde desayunamos un rico bizcocho hecho por Jose Luis, y a continuación nos encaminamos hacia los puestos donde montaríamos.
Lógicamente al llegar me tuve que asistir de la linterna de cabeza para sacar todo el equipo del coche y montar primeramente el puesto artificial, algo que tuve que parar porque a unos metros de mi la linterna me señaló varios pares de ojos relucientes que al primer momento pensé que serian de un grupo de jabalíes, pero luego pensé que era un brillo muy intenso para que fueran de dichos jabalíes, al momento me di cuenta que eran de zorros, mas concretamente de tres zorros que no me quitaban ojos nunca mejor dicho.
Al principio pensé que se marcharían rápidamente pero pude comprobar que no era así, eran unas zorras muy descaradas, por lo que opté por abrir el maletero del coche y sacar una de las dos escopetas y tres cartuchos.
Los brillantes ojos seguían allí y no se movían para nada, por lo que pensé en piarles, o chicharles imitando el sonido que emite un conejo cuando esta atrapado a ver si alguna de ellas se movía, y vaya si se movieron, sin darme tiempo a nada una de ellas vino corriendo hasta unos diez metros de mi donde se encontró con un cartuchazo de octava que lo paro en seco, por que resultó ser un macho.
Me quedé un tiempo parado para ver que hacían las otras dos, y estas no se movían, por lo que viendo que eran muy descaradas me dirigí hacia ellas con intención de darles para el pelo, pero cometí un error y fue que apagué la linterna pensando que me dejarían acercarme algo mas,pero fue al revés, estas al apagar la linterna salieron por pies y desparecieron.
Una vez volvió todo a la normalidad seguí montando el equipo cimbelero pues ya se divisaba en el horizonte las claras del día.
Después de situar el puesto donde lo hacia siempre monté dos cimbeleras verticales, dos rodillos, y una vara Portuguesa, aparte de algunos ciegos por si era necesario utilizarlos.
Una vez montado todo llevé el coche a esconder a unos trescientos metros y me metí en el puesto a esperar que se movieran las torcaces.
Y se movieron, se movieron y muy bien, no en grandes cantidades, pero se picaban muy bien lo que hizo que disfrutara a tope durante algo mas de una hora.
Por desgracia para mi una hora y media mas tarde las palomas se pararon en seco y desaparecieron por completo, yo ya estaba satisfecho, pero en esto de la caza, nunca estamos agusto del todo, esta feo decirlo pero siempre queremos mas, aunque en esta ocasión no pudo ser.
A Jose Luis le pasó mas o menos lo que a mi, tuvo una primera hora regular y luego se quedó en blanco, pero bueno era lo que había, y ya solo había que pensar en preparar la comida, comer, pasar un buen rato juntos cambiando impresiones y esperar a que por la tarde las torcaces se movieran de nuevo.
Y así lo hicimos, comimos bien, y a continuación Jose Luis volvió a marcharse a su puesto y yo me metí de nuevo en el mio.
La tarde para mi fue algo mas floja, no así para Jose Luis, que se lo pasó en grande y disfrutó de bonitos lances.
Sobre las cinco de la tarde ya tenia casi todo el equipo recogido, y media hora mas tarde estaba en camino hacia la casa, donde me volví a encontrar con mi compañero intercambiando de nuevo impresiones, y contándonos las batallitas acaecidas durante la tarde.
Como teníamos pensado cazar al día siguiente Jose Luis me dijo que dejara allí el coche y que el me recogería al día siguiente en el hotel, y así lo hicimos.
Ya en el hotel tomamos unos refrescos, y continuamos charlando sobre los bonitos lances que habíamos tenido a lo largo de la jornada. Coincidimos en la grandeza de esta modalidad de caza, y después de desearnos un buen descanso durante la noche Jose Luis se marchó quedando conmigo a las seis de la mañana en la puerta del hotel.
Yo estaba cansado, había pasado todo el día de pie, (no se para que quiero, y llevo la silla) por lo que subí a la habitación y me di una larga ducha caliente que me dejó bastante mas relajado.
Sobre las 8,30 bajé de nuevo a la cafetería con la intención de ver el partido del Real Madrid Valencia, y mientras veía la primera parte cené algo y me subí a la habitación, me acosté y estuve un rato viendo la tele, sobre las once de la noche ya estaba de nuevo en los brazos de Morfeo.
A las seis de la mañana llegó Jose Luis y nos encaminamos hacia la finca, y después de desayunar nos dirigimos de nuevo a nuestros puestos, en esta ocasión yo montaría en lo cerrado, y Jose Luis en la linde de la finca.
Monté lo mismo que el día anterior, y una vez amanecido pude observar como varios bandos de torcaces pasaban a pocos metros de mi sin hacer caso a mis cimbeles, no querían cimbeles, iban todas en la misma dirección que no era otra que a la siembra de la finca, debían estar picadas allí al cacheo de los cochinos, y se las veía muy decididas.
Rápidamente me di cuenta que en esta ocasión la jornada no iba a ser como la anterior, aunque me animó el que Jose Luis no dejaba de disparar, según lo que me contaba por los walkies se estaba divirtiendo, de lo cual yo me alegré mucho mucho.
Yo estaba aguantando el chaparrón como podía pensando que aquello podía cambiar y la paloma se podía mover hacia atrás, pero una llamada de Jose Luis me hizo desistir de ello y en media hora tenia todo recogido, algo personal hizo que recogiéramos lo antes posible y nos marcháramos hasta la casa.
Una vez en ella me explicó el tema, había fallecido un familiar suyo, y lógicamente ante esto no hay nada que decir,
Sobre las once y media estaba camino de Caceres pensando en llegar a tiempo para comer con mi familia.
El fin de semana había tenido su cara y su cruz, el sábado disfruté mucho con los bonitos lances cimbeleros, y el domingo no fue así, de todas formas me vine a casa muy satisfecho de haber pasado un nuevo fin de semana cazando y compartiendo unas bonitas horas junto a mi buen amigo Jose Luis.
Ya estoy pensando en volver cuanto antes, todo dependerá del tiempo, y de las torcaces, esperemos que sea para bien y pronto este practicando esta bonita modalidad de caza que es la de La Paloma Torcaz con cimbeles.
Ya os iré contando.
Juan Manuel Alonso Rabazo.