Se acabó

Pues si, se acabó, se terminó, finalizó la temporada de Palomas 2019-20, le podéis llamar como queráis, pero se acabó.

Es algo contra lo que no podemos hacer nada, nada de nada, normalmente las cosas que tienen un inicio suelen tener un final, a pesar de que en este caso alguno puede estar  teniendo principios de cierta depresión ,  seguro que todos sabéis a que me refiero, lógicamente unos más que otros.

Para el que suscribe es total, pero por suerte es una depresión azul, que en solo en nueve meses ya se le habrá curado, o al menos en parte. vamos que le espera un parto azul.

En esta ocasión le tocaba venir a verme a mi a mi buen amigo José luis a tierras Extremeñas. Desde que finalizó la temporada en Castilla y León mi amigo y yo quedamos que al final de temporada de Extremadura vendría a cazar conmigo y con mis colegas a Torrejón y despedirnos juntos de la temporada hubiera o no torcaces por la zona, lo que estaba claro es que hambre lo que se dice hambre no íbamos a pasar.

José Luis, se presentó en casa el sábado sobre las nueve de la noche, teníamos reserva en una tapería para cinco, su mujer, su guapa hijita, mi señora, y los dos mosqueteros, pero al final por problemas técnicos tuvimos que ir a cenar solo los tres, Juani, él y yo.

Nos fuimos dando un paseo, y después de tomarnos una cerveza bien fría nos sentamos a cenar.

José Luis venía de un bautizo, y comentó que no pidiéramos mucho para cenar porque era lógico que el hambre no sería la misma, yo le dije que sí que era lógico, pero no le hice caso,  pedí lo que había que pedir, y José Luis como siempre se portó,  como buen chico que es se lo comió todo, yo le digo que da gusto verlo comer,  que es muy hondo, vamos que come muy bien, unos crían la fama  otros cardan la lana.

Una vez que le dijimos al camarero que nos guardara el último plato para llevárnoslo por ser imposible meterle mano nos marchamos y nos despedimos hasta las seis de la mañana que lo recogería  en la puerta del hotel donde se quedaría a pasar la noche.

Y así fue, a la hora que habíamos quedado José Luis bajó y nos dirigimos a buscar a mi compañero Andrés  para desayunar los tres juntos en una famosa churrería de Cáceres.

Después de haber dado cuenta de algunos churros y su correspondiente café nos encaminamos los tres hacia Torrejón. Yo tenía en mente que José Luis dejara el coche en Cáceres y que se viniera conmigo pero con acierto el pensó en llevarse el suyo y desde allí al final de la jornada se marcharía directamente a Salamanca, y así no tener que volver a buscarlo a Caceres.

Treinta minutos después estábamos abriendo la cancilla de entrada de la finca, en principio Andrés se colocaría en un puesto al que llamamos del regato, ¿ de qué me sonará a mí eso? a José Luis lo colocaría yo en el puesto de los cochinos, y yo volvería sobre mis pasos y prepararía un puesto en el alto de un  cerrete que daba vistas a la carretera pero ya en la otra finca, por lo que tendría que aligerar si quería tener todo listo antes de que comenzaran a moverse las torcaces en caso de que las hubiera.

Según me dirigía a mi postura me llamó Andrés para decirme que no se podía poner en el lugar donde yo le había indicado porque al llegar al mismo se percató de que había olvidado el puesto artificial, se puede pensar que puede ser cosa de la edad, pero mucha culpa de ello es tener varios puestos naturales repartidos por toda la finca.

Una vez en el lugar elegido monté rápidamente la estructura metálica de aluminio que tengo como puesto y lo vestí con unas redes camufladas para adecentarlo un poco, y como el sol ya estaba mas que fuera rápidamente coloqué frente a el una cimbelera vertical y dos rodillos, uno a su derecha  otro a su izquierda, les puse las caperuzas a cinco ciegos y los coloqué en su posadero. Ya había visto moverse varias palomas  por los alrededores pero procuraba bajar la cabeza y seguir con lo que tenía entre manos.

Algunos tiros sí que se oían por las fincas colindantes, pero tampoco para tirar cohetes, por lo que me alegré de que al menos el llegar algo tarde  a la postura no me serviría de disgusto por no haberlo hecho antes.

El caso es que una vez instalado y con una de mis armas en  espera una paloma algo lejos se dejó querer por mis colaboradores, y se vino derecha a ellos, pero derecha y endiabladamente rápida, algo que no tenía nada que ver con el fin de semana pasado, de verdad que me sorprendió porque pensé que las torcaces ya tendrían un nivel de presión tan alto que a estas alturas no harían ni caso a los cimbeles, totalmente falso, hoy en caso de haber palomas sí que estarían por la labor. El caso es que si me descuido no hubiera podido tirarla de lo rápida que venía, pero sí, le puse los puntos y esta pegó un fuerte pelotazo a dos metros del puesto. Como suele ocurrir al disparo se levantaron algunas palomas de los alrededores, intenté convencerlas de que aquello era lugar seguro pero habían salido demasiado cerca y no quisieron saber nada de mí.

El puesto que había improvisado lo había colocado muy debajo de la encina que me daría algo de sombra cosa que impidió que en tres ocasiones seguidas no pudiera disparar sobre las palomas totalmente entregadas que me habían entrado pues las ramas que tenía encima me lo impidieron, por lo que cambié la escopeta por el serrote telescópico y en diez minutos ya dejé la encina preparada para cazar, al menos para el año que viene, por que palomas cada vez se veían menos, hubo un rato bonito pero lo desaproveché, cosas de la improvisación.

Una nueva paloma que venía de la zona de la carretera se fijó de nuevo en una de mis palomas y pensaría ligar con ella pues la abatí prácticamente posándose a su lado.

Seguidamente tuve un par de nuevos lances, pero la cosa se frenó en seco, al menos para mí no así para uno de mis compañeros de coto,  José Luis , hoy se me repetían los José Luis, con el cual había estado hablando al llegar, y que por cierto no hice mucho caso pues me pillaba el toro, el caso es que este no dejaba de disparar de vez en cuando, no para tirar cohetes pero se estaba entreteniendo. A este José Luis, le llamaremos el de Coria, le acompañaba Alfonso, su amigo, que le había acompañado por si era necesario tirar de las cuerdas si a José Luis se le pelaban los dedos de tanto tirar, vamos que iba a pasar con él esta jornada contándose batallitas antiguas mientras miraban hacia el cielo en busca de puntos azules.

Hablé con José Luis y me dijo que el había cobrado cuatro y que también le habían entrado muy bien a los cimbeles, lo dicho, en caso de moverse palomas entrarían a los mismos. También me dijo que estaba viendo palomas posándose todas en el mismo sitio, incluso algún bando con cerca de 400 palomas, y el sitio no era otro que justamente donde iba a colocarse Andrés, pobre Andrés, este año está gafado.

Como Andrés este año lo lleva gafado la contestación a mi llamada fue la misma del último fin de semana, mal voy mal, el puesto esta muy bien pero aquí se ve poca leche.

Por la mañana habíamos quedado que yo a las doce recogería y comeríamos en el puesto de José Luis, pero yo estaba viendo palomas, incluso en varias ocasiones bandos muy grandes que se levantaban y volvían a posarse en la finca lindera y escasamente a kilómetro y medio, por lo que les comenté que podían recoger y venirse y por la tarde cazar en la que yo estaba, estos accedieron a las doce treinta ya estábamos juntos de nuevo los tres mosqueteros.

Antes de que estos llegaran fui a a ver a José Luis (Coria) y me metí en el puesto con él y con Alfonso, en quince minutos este le tiró los tejos al menos a quince palomas diferentes, pero estas llegaban hasta la linde de la alambrada y se daban la vuelta o se posaban muy cerca, el caso es que se me pusieron los nervios nerviosos de ver un palomeo muy bonito. Una vez que llegaron Andrés y José Luis nos juntamos los cinco y preparamos la comida.

José Luis preparó la lumbre mientras yo le preparaba la mesa de cocina a Andrés para freír el pescado.

El menú del día seria más o menos el siguiente: unos tacos de jamón, morcilla patatera, tortilla de patatas, unas banderillas, algo de queso para los entrantes, a continuación unas anchoas made in Juani, después tencas del Casar de Cáceres fritas, y carrillera interna de ibérico que al final les voy a coger manía de los empachos que me pego con ellas, que cosa más rica. El caso es que hambre precisamente hambre no íbamos a pasar, y así fue, comimos de maravilla en un ambiente sano , divertido, relajado, y que me suele hacer pensar que la comida en la caza es una de las mejores cosas que la misma genera, es un rato muy agradable, un rato que nos hace a todos iguales, solo y exclusivamente centrados en dar lo mejor de nosotros mismos y  disfrutar de la jornada en armonía total.

Una vez que terminamos de comer José Luis (Coria) insistía en que me pusiera con el pero no me pareció correcto porque entre otras cosas yo tenia todo montado en mi puesto y había que desmontarlo, y además pensé que sería mejor que mi amigo José Luis se quedara con el Drone con ellos y se entretuvieran haciendo algunos vídeos con la palomas.

Andrés se fue al puesto de la linde, y servidor volvió al suyo y de nuevo levanté el campamento cosa que no sirvió para nada porque aunque parezca mentira no volví a ver palomas moverse por mi zona, no así en el puesto de José Luis (Coria) que no dejaban de meter y tirar palomas, estaba claro que las torcaces estaban empicadas al cacheo  de lo cochinos, y esto hizo que en casi dos horas seguidas las torcaces no dejaron de picarse a los cimbeles, el caso es que no dejaban de disparar, yo veía la mayoría de las veces las palomas picarse y escuchar como las disparaban , y estaba claro que yo allí estaba de más, así como Andrés que solo había cobrado una.

Así es que visto lo visto sin prisas pero sin pausa recogí todo el equipo montado y me fui a por el coche para guardarlo en él  por última vez esta temporada, seguidamente me fui hasta ellos y después de dejar el coche donde los tenían ellos me acerqué hasta el puesto y me senté con ellos un rato.

Me comentaron que habían tenido una buena tarde y que habían pegado unos tiritos, cosa innegable, y que habían fallado varias palomas, y lógicamente que también habían cobrado algunas, cosa de la cual yo me alegré.

Como ya había llegado la hora de terminar, estos comenzaron a recoger, y  mientras Andrés volvía José Luis estuvo manejando el drone, algo que a todos nos embobaba, estos se reían por que yo les decía que esto son como cosas del demonio.

Una vez que regresó Andrés nos despedimos de José Luis (Coria) y Alfonso y nos marchamos los tres hacia la salida de la finca, a nosotros nos quedaban algunos kilómetros de vuelta a casa pero a José Luis le quedaban bastantes más hasta Salamanca, por lo que era lógico salir cuanto antes.

Una vez en la cancilla de entrada de la finca nos dimos besos y abrazo y nos despedimos hasta la próxima, que por esta vez no tendremos más remedio que esperar un tiempo.

Y ya está, como decía al principio de estas lineas todo llega y todo acaba, y ya había finalizado la temporada de caza 201-2020. Ahora toca esperar y desear que nuestras amigas y contrincantes las torcaces críen bien, y el año que viene entren en la Península muchas más de las que lo hicieron este año, que a la postre fue un año que batió récord en cuanto a la entrada, pero por desgracia a la baja, esperemos que esto no lo cojan como costumbre.

Y  desde aquí agradecer a mi buen amigo José Luis el que viniera a cazar con nosotros, en especial conmigo a pesar de haber tenido un bautizo el día antes del cual se vino directamente a Cáceres, ya le dije que si hubiera sido al revés yo no hubiera ido a Salamanca, pero bueno cada uno es como es.

Y para todos aquellos que os dignáis el leer estas sinceras lineas que siempre esperan que reviváis lo mismo que el que las escribe, os deseo una próxima temporada de caza que sea mucho mejor que la ya pasada, y que yo pueda estar aquí para seguir contándoos nuestras andanzas que a la postre son las mismas que las vuestras, y si no similares.

Hasta siempre amigos

Juan Manuel Alonso Rabazo.-

Esta de arena

Está claro que lo que ocurrió la semana pasada fue un espejismo, fue algo que no es como normal en el mundo de la caza de la paloma torcaz con cimbeles. El ver como se picaban las torcaces a mis auxiliares en un día feo, un día gris, un día en ocasiones lluvioso, fue algo inesperado,  espectacular, por eso este fin de semana siendo casi un calco meteorologicamente hablando yo esperaba el que se repitiera la historia.

Pero esta fue de arena.

Salí temprano de casa y en esta ocasión no tuve problemas en la carretera de ida, ni con vacas, ni con jabalíes ni con nada, últimamente me he vuelto muy previsor, temeroso en la ida a Torrejon el Rubio, nunca me ha dado miedo, o quizás no me ha importado el encontrarme algún animal en la carretera, pero últimamente  después de algunos encontronazos fortuitos con jabalíes, vacas, algún perro que otro, me han hecho el pensarme seriamente que hay que conducir mas concentrado, y por supuesto mas despacio.

En esta ocasión me coloqué en una zona a la que llamamos (las arbolagas) es una zona muy querenciosa  que aun estaba prácticamente sin cazar, esta zona esta situada en la parte superior del acotado  y linda con otra bonita finca palomera.

 

Al no tener puesto natural montado en esta zona tuve que montar uno de los varios artificiales que tengo, después de enclavado en la zona elegida, le coloqué cuatro ramas de mamones de las encinas de la forestación para taparlo un poco.  Monté en la parte delantera  a unos quince metros a derecha e izquierda dos verticales, a la derecha de dicho puesto  un poco retrasado para recoger las palomas que vinieran de la forestación una cimbelera mixta, que haría las funciones de vertical y horgadera, lo que haría entrar aun mas a las torcaces en caso de que estas estuvieran por la labor. A continuación monté la vara Portuguesa en el interior del puesto,  les puse las caperuzas a media docenas de ciegos que en pocos minutos quedaron subidos en su posadero.

En esta ocasión  y aprovechando que a se aproximan las fechas  de medicar mis palomas me llevé un jaulon mas,  en él introduje las once palomas que quedaban en el palomar para medicarlas in situ,  así darle unas horas de reposo en el cual no comerían nada.

Lógicamente para estos menesteres había cogido las pastillas (Wormac)  unos pinchos de suelo para que estas una vez medicadas no pasaran toda la jornada en el jaulon, si no en el suelo al menos aireándose.

 

Dichos pinchos son como su propio nombre indica unos pinchos de hierro de unos treinta centímetros aproximadamente de largos a los que van sujetos unas cuerdas de un metro,  una goma de metro también  terminadas en unas pihuelas que irán sujetas a las dos patas, de esta forma la paloma queda sujeta por sus patas pero libre en cuanto a movimientos, lo que se traduce en un atrayente mas para nuestras amigas las torcaces.

Una vez que terminé de montar todo el equipo mediqué una a una a las palomas y las fui sujetando por las patas  colocadas en el suelo, diez minutos después un bonito bando de una docena  de palomas se movía libremente en la delantera de mi puesto.

El día estaba como he dicho gris,  las palomas se hacían esperar,  creo que tardaron mas de media hora en moverse algunas por la zona. Cuando llegue salieron algunas de las encinas pero para mi esas no contaban.

Sobre las nueve treinta una paloma vino de la parte baja y entró franca a los cimbeles, la abatí de un certero disparo, enseguida  pensé que pasaría como la semana anterior, que se picarían bien a pesar de ser un feo día palomero. QUE EQUIVOCADO ESTABA.

A raíz del primer disparo en la que abatí la primera torcaz lógicamente comenzaron a moverse palomas por los alrededores, me dispuse a intentar cobrar alguna mas pero iba a ser que no.

Las torcaces a pesar de en principio picarse como todos esperamos que lo hagan cuando iban llegando a la plaza se giraban poco a poco y el que suscribe se quedaba compuesto y sin torcaces, esto ocurrió varias veces seguidas, era desesperante,  la que no hacia esto se posaba en las encinas cercanas pero nunca junto a mis cimbeles.

Para intentar paliar esto lo que hice rápidamente fue traerme una de las pértigas mas cerca de mi puesto para así intentar reducir la distancia entre el  giro en redondo de las torcaces, dándome así la oportunidad de tirar algunas mas.

Si, en principio la estrategia fue plena, un par de torcaces engañadas se acercaron algo mas a la plaza  y pude quedarme con ellas.

PERO APRENDIERON, de nuevo las torcaces se picaban,  antes de llegar a las encinas donde estaban los cimbeles se giraban y yo me quedaba como os decía antes, con la boca abierta  y con el riesgo de que me entrara alguna mosca en ella.

Y así una  y otra vez, casi consiguen sacarme de mis casillas, pero pensé que no merecía la pena y comencé a disfrutar de sus medias picadas, al menos estaba muy entretenido, aunque había dos problemas uno que no disparaba casi a ninguna paloma, y la otra que estaba pelando la piel de los guantes de tanto tirar de las cuerdas,  esto no es broma, cuando me di cuenta los tenia los dos un poco pelados a pesar de ser guantes nuevos.

Esto hablando de palomas sueltas, siempre eran palomas sueltas, en ocasiones, parejas o como máximo dobles parejas, pero de bandos nada.

Hasta que sobre las once treinta de la mañana vi venir un bando grande, tendría entre ciento cincuenta a doscientas torcaces, venia largo pero pensé en intentar meterlo y así lo hice, comencé a trabajarlo aun teniendo en cuenta de que no me ha gustado nunca tirar bandos grandes a los cimbeles, no suelo hacerlo nunca, a menos de que esté muy quemado, y en esta ocasión lo estaba, no tenia intención de tirarlas, de verdad, pero si me apetecía al menos tratar de meterlo y ver de cerca a mis amigas .

Y ocurrió, poco a poco, las torcaces fueron abriendo y parando sus alas picándose hacia mis cimbeles, era todo un espectáculo, venían y venían y cada vez estaban mas cerca, en ningún momento se me ocurrió mirar para la escopeta, no tenia intención de tirarlas, solo quería meterlas, ENGAÑARLAS, y dejarlas pasar a todas, estas cada vez estaban mas cerca, algunas de ellas me pasaron a cuatro metros de distancia,  seguían entrando, me estaba calentando, cada vez mas caliente, hasta que me calenté del todo y decidí que la ultima iba a pagar el pato,   y lo PAGÓ, me fui con ella  la quedé muerta en el aire dando un tremendo pechugazo al caer al suelo.

Lo sentí de verdad, pero estaba muy quemado,  aquella pobrecita acababa de pagar el pato.

Prometí que no volvería a hacerlo al menos en esta jornada,  lo cumplí, y no por que decidiera no hacerlo, si no porque no volvió a entrarme ningún bando grande.

Aquello estaba muy parado, yo veía venir algunas palomas sueltas pero ya ni se picaban a los cimbeles, pasaban olímpicamente de ellos, y todas todas, todas se posaban en un regato que tenia a mi derecha como a 500 metros de mi.

El caso es que estaba viendo palomas, y lamenté que no estuviera  el día soleado, pero la tarde seguía muy fea y las torcaces pasaban de mis cimbeles, y a la vez de mi, ellas lo iban a perder, pues al final de la jornada no las iba a subir a mi coche.

Después de comer un apetecible taco me senté en la silla  puse los pies encima de uno de los jaulones, sin quererlo, pero si deseándolo, me quedé un ratito traspuesto, cosa que agradecí, porque la verdad es que no había dormido nada bien y necesitaba cerrar los ojos un rato.

Estando en estos menesteres la mar de tranquilo de pronto me sorprendió el ver venir un precioso venado trotando hacia mi, me quedé quieto, muy quieto,  el animal viéndome perfectamente apretó un poco el trote pero siguió hacia donde fuera sin hacer espavientos, era precioso, calculo que seria un doce puntas, limpio y precioso, no hice el menor movimiento y este sin pararse siguió su camino hasta que dejé de verlo, creo que me pasaría a cuarenta metros de distancia, fue muy lindo verlo correr sin prisas, pero sin pausas.

Sobre las tres de la tarde algunas palomas mas se movieron por la zona, y estas si que entraban algo mejor, no para tirar cohetes pero al menos me dieron la oportunidad de cobrar otras tres mas, conformándome con ello, tal como estaba el día no se le podía pedir mucho mas.

Lo que si me hizo pensar en que es lo que ocurre para que en días totalmente iguales las palomas de una misma zona actúen de forma tan diferente.

¿Alguno de vosotros me sabría dar una explicación lógica,? desde luego yo a vosotros  NO.

A las cuatro treinta comencé a recoger el mucho equipo montado por la mañana, y una hora después estaba saliendo de la finca camino del campo para dejar a mis colaboradores alados.

Un día mas en el interior del puesto cimbelero, pocas torcaces cobradas, algunos lances, y muchas muchísimas veces tiradas de cuerdas. No nos quejaremos, seguramente a algunos compañeros,o conocidos se les habría dado peor.

No olvidéis que cazar con cimbeles es algo mas que tirar de vez en cuando de una cuerda, ES MUCHO MAS QUE ESO.

La semana que viene si Dios así lo quiere  mas, y si puede ser mejor, saludos para todos.

 

Juan Manuel Alonso Rabazo.

Buena entrada de mes

El pronostico del tiempo no era el mejor que cualquier cimbelero podía esperar para este fin de semana, al menos para el sábado, en el norte de Extremadura anunciaban algunos chubascos, no muchos pero al fin  al cabo chubascos.

Todos sabemos lo que significa esto, días grises, oscuros, y con algo de agua, tostón seguro, incluso cuando hay algunas palomas en la zona estas no están por la labor y   deciden que no merece la pena bajar a ver a sus ficticios congéneres pasando totalmente de nosotros, vamos que no se pican y no  entran a nuestros amigos alados, los cimbeles.

El caso es que me levanté a las seis de la mañana y lo primero que hice fue asomarme a la ventana para comprobar como estaba el tiempo.  los palos del sombrajo se me cayeron, ESTABA LLOVIENDO, poco pero estaba lloviendo. Bueno pensé en que si aquello continuaba me vendría  y  ya esta.

Después de desayunar en la churreria en la que suelo hacerlo me puse en camino con los limpias parabrisas marchando, flojos pero marchando, que le vamos a hacer, Extremadura y yo somos así. Cuando llevaba unos cinco kilómetros estuve tentado de darme la vuelta, tirar la toalla y dejarlo para otro día, pero al final continué.

Unos seis kilómetros mas adelante me llamó la atención una vaca blanca que estaba mirando hacia la carretera, el animal estaba pegada a la valla pero fija a la carretera, no pensé en nada simplemente que era una vaca, unos metros después llegó el  susto,  había una gran vaca negra en mitad de la carretera, cruzada  mirando a la vaca que estaba en el interior de la cerca, no me dio tiempo a nada, y menos a frenar, solamente la esquivé  y me quité de en medio lo que podía haber acabado en una tragedia, QUE SUSTO.

Automáticamente paré en la cuneta  y le di unas voces a la vaca para ver si  la espantaba y volvía a entrar por donde había salido, y a continuación llamé  al 112 donde les expliqué la emergencia, el operario me preguntó el kilómetro exacto se lo di y continué mi camino.

También llamé a algunos compañeros de coto con los que había estado desayunando para avisarles del peligro, algo que me agradecieron.

De momento las ganas de volverme se me habían quitado y decidí que me arriesgaría y llegaría hasta la finca.

Un rato después llegué a dicha finca y me entraron las dudas donde colocarme,  bajé del coche en el camino para ver si se movía el viento, pero este no soplaba nada y decidí colocarme en el puesto al que llamamos de los cochinos, por ser la ultima cerca donde meten a algunos cerdos para que se peguen buenos festines de bellotas.

De momento había dejado de llover, lo que me alegró por no  tener que mojarme mientras montaba todo el equipo.

Después de sacar dicho equipo del coche monté tres cimbeleras verticales, una a la derecha y delante, del puesto otra a la izquierda, y otra mas alejada en el centro de estas dos, una Vara Portuguesa en el interior del puesto, y media docena de ciegos.

El día estaba muy oscuro, había dejado de llover hacia un momento y ademas estaba en suspenso, no se movía ni una sola gota de viento, MALA COSA.

Serian las nueve treinta de la mañana cuando vi las primeras torcaces revolotear por los alrededores, me metí dentro del puesto me puse los guantes de tiro y esperé.

Seguidamente vi un bandito de unas quince torcaces venir a lo lejos, altas muy altas, pensé en ni llamarles la atención, estaba claro que no me harían ni caso.

Pero como estaba allí para eso las llamé, seguramente no había tirado de la cuerda del segundo cimbel cuando estas se percataron de mi llamada y abrieron las alas, COÑO que pasa aquí ? se habían fijado en mis cimbeles, rápidamente insistí con los demás verticales y las torcaces no se lo pensaron dos veces, se picaron a todo trapo y cuando me quise dar cuenta se me habían  echado encima, vamos que cogí la escopeta casi en defensa propia, PUM PUM sonaron dos disparos, pero de caer plumas del cielo, nada de nada, no había tocado pluma, como podía haber fallado aquello, de momento las culpas se las eché al barbour, y a que estas entraron demasiado rápidas, vamos que las había fallado olímpicamente, pensé que era una pena, que podían ser las únicas porque de nuevo estaban cayendo unas gotas.

La cosa comenzó a moverse,  de hecho a partir de ese momento  hasta las doce de la mañana las torcaces se entregaban a tope  se tiraban sin paracaídas, no me lo creía, veían un cimbel saltar sobre su posadero  y se tiraban sin paracaídas, algunas veces no me daba tiempo ni de tirar de la cuerda de la vara, era IMPRESIONANTE, creo que los ciegos no llegué a tirarlos al aire ni una sola vez, y todo esto, y en algunas ocasiones con el paraguas abierto en el interior del puesto.

El caso es que me estaba divirtiendo pero no estaba tirando demasiado bien, yo creo que estaba algo nervioso, quizás  acelerado, no me lo esperaba, estas una vez mas consiguieron sorprenderme. Que gozada, como entraban, sinceramente demasiado fuertes, no se lo pensaban ni un solo momento,  a veces me entraban entre la copa de la encina  y  el suelo, a medias carnes como suelo decir y me tenia que poner de puntillas para poder tirarlas, posiblemente con una raqueta de tenis alguna habría enganchado.

El caso es que estas no dejaron de moverse en toda la mañana,  la cosa comenzó a aflojar al medio día, sobre las doce dejaron de verse por los alrededores, y la cosa se normalizo.

Hasta el momento durante toda la mañana había visto mucha paloma suelta, algunos banditos de quince o veinte palomas, y varios bandos muy grandes revolotear frente a mi, estas al no tener a nadie en la finca se levantaban y se volvían a echar, en estos casos como digo eran bandos muy grandes, los que hasta la fecha no había visto por la zona.

A las doce y media y teniendo en cuenta que aquello se había parado decidí ir hasta el  coche a buscar el taco y dar buena cuenta de el, disfrutando de la vista  en el suelo bien colocadas como me gusta hacer a mi de una pequeña percha de dieciocho palomas  que había conseguido cobrar.

No era para tirar cohetes, pero era una aceptable percha mañanera

El taco como siempre delicioso, abundante y delicioso, y a continuación y como no hacia frío  y la cosa estaba mas que parada me recliné un poco hacia atrás en la silla y me quedé algo traspuesto, pienso que las dos copas de vino que me tomé en la comida colaboraron en ello.

Parece mentira como desaparecen las palomas, no se veía ni una sola, el día seguía oscuro pero las torcaces brillaban por su ausencia.

Sobre las dos treinta vi alguna que otra paloma moverse por los alrededores, por lo que cerré la silla y la guardé en su funda para evitar tentaciones de volverme a sentar y decidí que seguiría al pie del cañón.

Las torcaces comenzaron a moverse, en menos cantidad que a la mañana pero  me dieron la oportunidad de volver a tener algunos lances mas, menos que por la mañana pero si para volver a disfrutar con las picadas de mis queridas amigas las torcaces.

A las cuatro de la tarde la cosa se paró en seco, por lo que pensé en recoger , y así lo hice, por la tarde había conseguido cobrar  seis torcaces mas en estupendos lances con picadas escalofriantes.

En cuarenta minutos había desmontado   y guardado todo  en el coche , unos minutos después salia de la finca con dos docenas de palomas cobradas en un día oscuro, sin viento, gris, y muy feo, pero en el que disfruté mucho con las picadas escalofriantes de las torcaces.

Si he de ser sincero he de reconocer que no me lo esperaba, ni muchísimo menos, pero esta preciosa modalidad de caza es así, y hay que aceptarla como tal.

Seguramente en futuras salidas me puede volver a ocurrir lo mismo,  y lo lógico  es que las torcaces no se fijen en mi, y mis cimbeles , y me marche para casa sin haber conseguido meter en plaza ni  una sola paloma,  pero en esta ocasión el cazador había salido victorioso, la gran mayoría de las veces son ellas.

Realmente es lo que hace que esta  preciosa modalidad de caza sea lo que es, a mi juicio la mas bonita con diferencia, al menos para mi, una persona que exceptuando la caza del perdigón las ha practicado todas, y  ademas con insistencia

Como esta al menos para mi , NINGUNA.

Lo que mas sentí de corazón es que había quedado con mi buen amigo Jose Luis en que si había algunas palomas por mi zona vendría a hacerme alguna visita y pasar el día cazando conmigo palomas torcaces con cimbeles, como solemos hacer durante algunas jornadas de la temporada pero en su finca,  no estuviera allí, pero estas cosas son así, espero que las palomas no nos abandonen pronto y venga  a hacerme una visita, o varias si son chicas.

 

Juan Manuel Alonso Rabazo.

 

Luces y sombras

En esta ocasión estuvimos a punto de no hacer pandilla para este fin de semana debido a la climatología. Todos sabemos que en días oscuros, grises, o con agua la paloma no suele entrar bien a los cimbeles, aunque quiero dejar claro que en ocasiones no se cumplen los pronósticos y entran como locas, de hecho a mi me ha ocurrido  hace dos años en esta misma finca donde cazamos este domingo en un día muy gris, oscuro y todo lo feo que os pueda decir ver venir las torcaces mas bien altas, trabajarlas lo mínimo con mis compañeros alados y picarse como posesas, pero no en una ocasión si no durante toda la jornada, fue algo espectacular, y el día no podía ser mas feo.

El caso es que para este pasado fin de semana el pronostico era de agua el sábado, y muy gris y oscuro con muchos nublados para el domingo, por lo que estuvimos a punto de tirar la toalla y no cazar, aunque interiormente sabíamos que tenia que ponerse la cosa muy mal, muy mal para no hacer pandilla, y al menos pasar la ultima jornada de la temporada cazando juntos.

Ni que decir tiene que una semana antes ya tenia en el interior del coche todo preparado para una nueva salida, me quedaba por guardar las armas, mis amigos alados, y la comida, lo demás estaba donde tenia que estar, en el coche y listo para una nueva jornada cimbelera.

Al final decidimos que en lugar del sábado intentaríamos cazar el domingo por lo que entre otras cosas al menos no nos mojaríamos.

Dicho sábado lo dediqué a trabajar hasta las dos de la tarde, entre otras cosas algo normal. Una vez acabada la media jornada laboral me marché al campo a comer y a recoger los cimbeles, y también para hacer algo de tiempo y no llegar demasiado pronto a Salamanca.

Sobre las cinco de la tarde  después de haber seleccionados a varios de mis campeones alados me puse en marcha,  dos horas después aproximadamente ya estaba en el hotel donde suelo quedarme.

Después de colocar la ropa y demás en el armario de la habitación  me di una ducha y bajé acompañado de mi tableta al bar del hotel donde acompañado de una cerveza bien fría y unas olivas dejé pasar el tiempo informándome un poco de lo que ocurre en el mundo,  esperando que fuera un poco mas tarde para cenar algo. Llegada esa hora pedí algo para cenar y la acompañé con una copa de Ribera de Duero que me supo a gloria.

Como era algo temprano también para meterme en la cama decidí que me quedaría donde estaba entretenido con la tableta, y así fue hasta que escuché a alguien preguntar como se habían dado las palomas, automáticamente pensé que se refería a mi pero rápidamente me percaté de que la pregunta iba dirigida a un hombre que estaba al lado mio charlando con la dueña del hotel, ella se dio cuenta  rápidamente y le comentó a dicho señor que yo también era cazador  y que normalmente lo que cazaba eran torcaces, lógicamente nos presentó y charlamos durante unos minutos del tema palomeril. En todas las ocasiones que me he quedado en ese hotel nunca había coincidido con alguien que fuera también como yo a cazar torcaces, por lo que me agradó mucho el compartir con este hombre dicha charla palomera.

Nos dimos a conocer y yo le dije mi nombre y mi afición desmesurada por esta bonita modalidad de caza,  después de decirme que había estado con su hermano cazando durante todo el día que se iba a la cama pues estaba cansado, nos despedimos y volví a sentarme y seguí leyendo unos artículos en la tableta.

No habían pasado cinco minutos cuando de nuevo volvió este hombre esta vez acompañado de su hermano, que estaba sorprendido, pues cuando su hermano le dijo que había estado abajo hablando con un palomero y le dijo mi nombre automáticamente pensó en que podía ser yo.

Me comentó que había estado intentando en ponerse en contacto conmigo para hacerme unas consultas palomeras, que tenia mis libros y algunas dudas, y  quería que yo se las aclarara.

Como era lógico, los invité a sentarse en mi mesa y a compartir un café o lo que quisieran conmigo.

Estos dos palomeros eran de Castro Urdiales (Santander), y venían cuatro  veces al año a cazar a Salamanca palomas con cimbeles, concretamente una vez al mes durante la temporada cinegetica. Uno de ellos estaba muy interesado en hacerme algunas consultas y no se quedó con las ganas, yo le respondí dichas consultas dándole mi parecer y entablamos una conversación muy amena y agradable, hasta el punto que acabamos los tres en el aparcamiento del hotel montandoles un componente de mi equipo palomero que ellos no conocían.

Como era tarde dimos por concluido la agradable charla y nos despedimos deseándonos mutuamente suerte para la jornada siguiente.

Fue muy agradable encontrarse con estos dos aficionados cimbeleros, esperando que en futuras salidas palomeras volvamos a coincidir, desde estas lineas quiero mandarles un cordial saludo a Bernabé y Luis.

Es curioso que por la tarde pensé que me aburriría  me acostaría temprano, y al final me metí en la cama a las doce de la noche.

A las seis había quedado con Jose Luis, y quince minutos antes ya estaba esperándolo  calentado el motor del automóvil, un poco antes de la seis llegó Jose Luis  después de darnos un fuerte abrazo nos fuimos a desayunar a la finca.

 

Después de haber dado cuenta de una porción de bizcocho y de un café calentito llegó Paco el primo de Jose Luis que se había animado a venir a cazar con nosotros  se colocaría en la siembra de la finca, Paco era la segunda vez que se enfrascaba en esta modalidad de caza, Jose Luis le había dejado un puesto y algunos componentes cimbeleros y se colocaría el solo, nos despedimos y nos marchamos cada uno a nuestro puesto, yo como siempre al regato, Jose Luis al lado de la casa , Paco a la siembra.

En esta ocasión no pude colocarme en el puesto natural que me había hecho Jose Luis pues el viento vendría del suroeste y  este estaba preparado para norte, por lo que monté el puesto artificial colocando dos pértigas con sus respectivos verticales, una vara Portuguesa,y  varios ciegos.

Una vez que salio el sol esperaba que comenzaran a moverse las palomas, pero no fue así, para empezar de nublado y gris nada de nada, un día fenomenal sin nubes, y a la postre soleado, eso si una tremenda helada que fue la disculpa que tomé para pensar el por que no se veían palomas moverse por los alrededores.

El caso es que había transcurrido media hora desde que el sol joven y fuerte había vencido   a la luna que se había alejado impotente del campo de batalla , vamos que había amanecido, y no se había movido ni una sola paloma.

La primera que cruzó a mi izquierda la tenté y quiso cimbeles por lo que a pesar suyo no tuvo mas remedio que dar con sus bonitas plumas en el suelo después de haber entrado franca a mi plaza cimbelera.

A partir de entonces comenzaron a moverse algunas, no muchas como en otras ocasiones, pero dieron juego para abatir algunas en bonitos lances, pero muy poco a poco.

Yo no escuchaba los tiros de Jose Luis  y de Paco, pero a través de la emisora pude saber que Jose Luis estaba tirando algunas también,y que Paco muy poca cosa.

La mañana pasó sin pena ni gloria, aunque yo había disfrutado con las picadas de las palomas y estaba contento, cuando me quise dar cuenta eran las doce treinta y Jose Luis me llamó para decirme que estaban desmontando y que en breve bajarían para comer los tres juntos, por lo que salí del puesto y comencé a hacer la fogata para colocar la parrilla y asar unas chuletillas de cordero y unas carrilleras ibéricas internas que había traído Paco, y que por cierto estaban de lujo, tampoco estuvieron mal las anchoas que me había preparado mi mujer, ni los entrantes anteriores a las chuletillas, un poco de jamón ibérico, queso del Casar, morcilla patatera y algunas viandas mas.

El caso es que comimos como reyes, palomas habíamos cobrado menos que en otras ocasiones pero lo habíamos pasado bien, el que menos había cobrado fue Paco, que solo pudo abatir dos a pesar de haber visto bastantes palomas y haber fallado algunas, pero estaba como una moto, para el todo aquello era nuevo y estaba muy feliz  deseando terminar de comer para colocarse de nuevo.

Y así fue, una vez que terminamos de comer nos despedimos y cada uno volvió a su puesto, esperando que la tarde fuera mejor que la mañana, y el caso es que para unos lo fue y para otros no.

Yo vi como llegaban las cuatro de la tarde sin ver una paloma, me dio por llamar a Jose Luis y este me dijo que se estaba divirtiendo, no me lo podía creer pues no había escuchado ni un solo tiro, ni suyo, ni de Paco.

A continuación comenzaron a moverse algunas, por mis alrededores, pocas pero bueno, intenté aprovechar el momento que por cierto fue mas bien corto, cuando me pareció desmonté poco a poco y después de recoger todo en el coche subí a la casa llegando el primero.

Un rato después llegó Jose Luis con una bonita percha y Paco a continuación , este de nuevo solo había cobrado una pero según el tenia que haber cobrado al menos siete, pero bueno venia contento también.

Por la tarde  en esta ocasión Jose Luis me había cortado las culeras, me comentó que sin ser una locura le habían entrado bastantes palomas  y se lo había pasado como los indios.

Después de recoger en la casa lo que se tenia que quedar allí nos marchamos a tomar un café al hotel,  y un rato después nos despedimos hasta mas ver, vamos hasta la próxima temporada , al menos en Salamanca, por que quedaron en venir en el mes de febrero algún día a Torrejon a cazar conmigo si merecía la pena y entraban palomas al subir a sus cuarteles de cría.

El caso es que había terminado la temporada palomera en Salamanca, habíamos cazado solamente cuatro jornadas, muy poco para la afición que tenemos, pero debido al mal tiempo, a las nieblas, y por algunos motivos mas solo habíamos cazado cuatro días.

Cuatro días en que al menos yo había disfrutado mucho, siempre que vengo a cazar con mi buen amigo Jose Luis disfruto mucho, unos días cobraré mas torcaces y otros días menos, pero esta claro de DISFRUTAR DISFRUTO MUCHO.

Espero que  Dios permita que tengamos salud y en la próxima temporada sigamos haciéndolo

Hasta pronto.

 

Juan Manuel Alonso Rabazo.

Fin de semana Peculiar y Distinto.

De nuevo este fin de semana tenia planes para cazar en tierras charras junto a mi amigo Jose Luis, de nuevo y como siempre una semana antes comencé a cazar, osea comencé a preparar todo el equipo, y demás, al fin y al cabo, al menos para mí, esto también es cazar

Siempre he dicho que esto es una forma de cazar, y como suelo tener mala memoria lo voy apuntando todo, y como soy muy perfeccionista es fácil que en la semana haga hasta cinco listas de lo apuntado.

El caso es que el viernes por la tarde al salir de trabajar me puse en camino hacia Salamanca y un par de horas mas tarde ya estaba en el hotel donde me suelo quedar a dormir.

Hablé con José Luis y quedé con el a las seis de la mañana en el aparcamiento del hotel, una vez que cené algo subí a la habitación y después de ver un rato la tele me coloqué en los brazos de Morfeo.

Algo antes de las seis bajé al aparcamiento y minutos después llegó Jose Luis, como siempre nos dimos un fuerte y cordial abrazo y nos dirigimos a la finca.

Los dos coincidimos en que estábamos alegres de que no había niebla, por lo que una sonrisa nerviosa seguramente se reflejaba en nuestros rostros.

Un rato después ya estábamos dando cuenta del desayuno en el salón de su casa, y una vez que terminamos nos despedimos y nos fuimos cada uno a nuestro puesto. José Luis se colocaría en la parte alta de la finca y yo como siempre en el puesto del regato.

Una vez en puesto monté dos cimbeleras de bomba donde siempre, una vara portuguesa, y les coloqué las caperuzas a los ciegos, recogí todo el equipo sobrante, y llevé el coche para esconderlo a doscientos metros de la plaza cimbelera. Hace dos semanas le dije a José Luis que me tenia que hacer un altillo para colocarlo en el interior del puesto, y allí estaba dicho altillo, a la tarde le diré si me puede poner calefacción central en el puesto a ver si hay suerte, Según monté el equipo no salio ni una sola paloma de los alrededores, y cuando volví de dejar el coche solo salio una, cosa que no me gustó, pero bueno había que afrontarlo como fuera. José Luis me había dicho la noche anterior que durante toda la semana había visto muchas palomas en varias zonas de la finca, aunque también me comentó que el día antes por lo que fuera vio menos. De todas formas yo soy una persona positiva, y me conformaba con que no hubiera niebla, lo demás ya vendría por su propio peso.

Había una helada tremenda, estábamos a menos seis grados, por lo que no me extrañó que las palomas no comenzaran a moverse al amanecer, normalmente con estas heladas suelen ser mas perezosas, poco a poco comenzaron a verse algunas sueltas, no muchas pero algunas sobre todo por la zona de lo cerrado, sobre las nueve de la mañana una torcaz alta cruzó a mi derecha, la trabajé lo mejor que pude y esta se picó como una posesa y a una velocidad endiablada, por mas que quise ponerle los puntos antes de que llegara a estar mas cerca me fue imposible por lo que el primer disparo se lo tiraría a seis metros, lógicamente lo fallé y un segundo también, aunque tuve más suerte con el tercero, y la bonita torcaz dio con sus plumas en el suelo.

Como suele ocurrir casi siempre a los disparos se movieron palomas por los alrededores, y comencé a trabajarlas. Algunos  grupos de palomas se dejaban querer y se picaban muy bien a los cimbeles, pero en lugar de llegar hasta ellos se posaban en las encinas cercanas,  durante un buen rato me ocurrió varias veces seguidas, y luego me enteré de que a José Luis estaba pasando justamente lo mismo.

No nos dio tiempo a más, una vez más y como nos había ocurrido dos semanas antes, apareció la niebla poco a poco, y en muy poco tiempo se cubrió todo con lo que eso conlleva.

Hasta entonces no había tenido frío a pesar de estar bajo cero, pero a partir de echarse la niebla el frío era mas que notable, QUE FRIOOOOOO.

Soy de los que no me gusta hacer fogatas mientras cazo, nunca las hago, pero en este caso me puse manos a la obra, y aunque me costó que prendiera conseguí hacer una buena lumbre que hizo que la espera fuera mas llevadera.

A medio día y viendo que cada vez era mas espesa la niebla me llamó José Luis y me dijo que iba a recoger y que bajaría hasta mi puesto para calentarse un poco y después comer los dos juntos.

Y así fue, sin ninguna prisa comimos mientras la niebla iba perdiendo fuerza y como la cosa no era para tener prisa José luis me enseñó un Drone que había adquirido hacia una semana.

Me estuvo enseñando como se manejaba, incluso me dejó manejarlo, y la verdad es que era una verdadera maravilla, el caso es que tuvimos una comida muy amena, y muy entretenida.

Sobre las tres de la tarde decidimos que aguantaríamos un par de horas he intentaríamos cobrar algunas torcaces, se despidió de mi y se marchó a su puesto.

Sobre las cuatro de la tarde algunas palomas se movieron por los alrededores, y la verdad es que no entraban a los cimbeles como en otras ocasiones, pero si pude tener algunos lances con mis amigas las torcaces, sin embargo José Luis me decía por la emisora que estaba viendo palomas pero que no querían cimbeles, y que estaba desesperado.

El caso es que cuando me pareció recogí todo y fui en su busca. En el trayecto del puesto hasta la casa vi palomas salir de las encinas , sobre todo en la siembra, no para ponerme a saltar de alegría pero si que salieron unas palomitas.

Una vez en la casa José Luis se cambió de ropa y nos fuimos al hotel donde tomamos un refresco y quedamos en que no merecía la pena cazar al día siguiente, por lo que yo madrugaría y me iría a Torrejón donde cazaría con mis otros dos compañeros, Andrés y Jose.

Una vez que me despedí de José luis, subí a la habitación y me di una ducha importante, a continuación bajé al bar me tomé una cereza helada y a seguidamente cené algo y de nuevo subí a la habitación, a las diez treinta ya estaba encamado, tenia que madrugar mucho y necesitaba dormir, minutos después y  sin darme cuenta ya estaba en los brazos de Morfeo.

A las cuatro cuarenta y cinco sonó el despertador, y a las cinco y cuarto ya estaba con el motor del coche en marcha esperando que cogiera temperatura.

A las siete y cuarto llegué a la finca en Torrejón, y a las siete treinta llegaban mis dos compañeros, estos me traían un café caliente y unos churros, los cuales me sentaron de maravilla. Desde allí mismo nos organizamos, ellos decidieron que se colocarían en la zona que llamamos de las arbolagas, y yo me pondría en el puesto bajo de la forestación. Había también una helada importante, pero al menos no habría niebla, hacia frío pero sería un buen día de campo.

Después de montar lo mismo que el día anterior llevé el coche a esconder y volví al puesto. Sobre las nueve ya se vieron algunas torcaces, pocas, pero se movían por los alrededores. Un rato después una paloma que me entraba por la izquierda se dejó querer y me entró ciega a los cimbeles, me fui con ella y la abatí. Al tiro vi con sorpresa muy agradable como salia de la parte alta de la forestación un bando muy grande de torcaces, y a continuación  otros dos más, no lo esperaba, me habían comentado que el sábado hubo muy pocas palomas, pero allí en esos tres bandos habría cerca de mil palomas, y para mí si estas se movían me sobraban palomas.

Lógicamente las palomas desaparecieron por la linde de la finca que estaba en la parte superior, pero yo tenia fe de que estas se movieran algo más tarde, y así fue, poco a poco algunas palomas sueltas comenzaron a moverse y estas entraban ciegas a los cimbeles, cuando me quise dar cuenta eran las doce de la mañana y había conseguido un bonito ramillete  de torcaces, algo que yo no esperaba, y no por la cantidad, si no por la calidad de los lances, como normalmente suelo decir estas entraban hasta la cocina. Por el contrario Andrés y Jose no tuvieron tanta suerte como yo y solo consiguieron engañar del todo a una bonita torcaz que Jose mató muy cerca de uno de los cimbeles.

Sobre las doce treinta decidimos que comeríamos pronto y nos colocaríamos por la tarde esperando que de nuevo las palomas se movieran.

Y así fue, sobre la una de la tarde comimos los tres juntos,  y una vez acabamos ellos se colocaron en otro puesto distinto al  de la mañana esperando tener  algo más de suerte.

Pero no fue así, ni ellos ni yo conseguimos pegar ni un tiro en toda la tarde, vimos algunas palomas largas pero no hubo forma de poder tener un lance de tarde, por lo que a las cinco recogimos y nos fuimos de la finca, yo no me podía quejar, había tenido una mañana no para tirar cohetes pero si entretenida, que entre otras cosas es de lo que se trata, aunque lo sentí por Jose y por Andrés, aunque ellos saben de sobra que con las palomas estas cosas suelen ocurrir.

Bueno pues ya solo quedaba volver a casa , dejar a los cimbeles en el palomar y sobre todo en el camino recordar los lances vividos en el fin de semana.

Había estado en tierras charras, y aunque había cobrado pocas torcaces lo había pasado muy bien junto a mi buen amigo José Luis, y había tenido una mañana entretenida en Torrejón junto a mis otros compañeros Andrés y Jose, que más se puede pedir.

Si Dios quiere más adelante más.

Juan Manuel Alonso Rabazo.-

Bonita Jornada Cimbelera

Un día mas hice pandilla con mi buen amigo y compañero cimbelero Jose Luis, un día mas comencé a planear una salida  cimbelera en tierra Charras. Aunque en esta ocasión se nos unirían dos cámaras de Nova Toma, Alberto y Juan Luis para intentar quedar plasmados unos bonitos lances cimbeleros en caso de que las torcaces estuvieran de acuerdo, porque todos sabéis que si ellas no están por la labor, no hay nada que hacer, aunque en esta ocasión hay que reconocer que se comportaron, y si estuvieron por la labor de darnos muchas alegrías en forma de picadas espeluznantes que a más de uno le hicieron poner los bellos de punta.

Desde una semana antes y viendo que las predicciones del tiempo eran aceptables decidimos y nos pusimos de acuerdo con Alberto y Juan Luis que cazaríamos el sábado 28 día de  los santos Inocentes, fecha señalada con dudas razonables para que las torcaces nos la metieran cuadrada, ya veríamos.

Como casi siempre me encargué de adquirir las viandas para comer dicho día, aunque Jose Luis me dijo que el sacaría carne de vacuno para pasarlo por la parrilla, cosa a la que yo no puse pega alguna, porque la verdad es que está deliciosa.

El viernes 27 a las ocho de la tarde salí en dirección Salamanca,  un par de horas después ya tenía la ropa colgada en las perchas  de los armarios del hotel y me estaba tomando una cerveza acompañada de unas olivas en el salón del bar del mismo, desde ese momento, servidor ya estaba cazando.

Media hora mas tarde llegaron Alberto y Juan Luis, y como es normal nos dispusimos a cenar algo y hacer planes para la jornada siguiente.

Después de charlar durante un rato, (creo que fue de palomas), subimos a la habitación y un rato después estábamos en los brazos de Morfeo, hay que tener en cuenta que Alberto había salido de Badajoz, recogió a Juan Luis en Cáceres, y se fueron a Salamanca, lo que quiere decir que teniendo en cuenta que este primero venía de montería habiéndose levantado a las seis de la mañana lógicamente estaría cansado.

Quedamos los tres con Jose Luis a las seis en el estacionamiento del hotel, aunque el que más y el que menos veinte minutos antes ya estaba calentando motores, y nunca mejor dicho.

Unos minutos antes de las seis llegó Jose Luis,  y a continuación bajaron Alberto y Juan Luis y después de las oportunas presentaciones nos dirigimos los cuatro a la finca.

Veinticinco minutos mas tarde y ya en casa de Jose Luis, este amablemente nos preparó café y lo acompañamos de magdalenas caseras que el mismo había hecho, y de un  bizcocho que el día antes había preparado un servidor.

Ya desde entonces  el ambiente era muy ameno, muy agradable, allí mismo quedamos que Juan Luis acompañaría a Jose Luis a su puesto remolque, y Alberto haría lo propio conmigo al puesto del regato.

Un rato después ya estábamos descargando el mucho material que se emplea para esta bonita afición  que desde ese mismo momento Alberto se encargó de plasmarlo en su cámara paso a paso.

Creo que tardamos cuarenta minutos en colocar dos pértigas con sus respectivos verticales, una vara Portuguesa en el interior del puesto,  dos pértigas con cinco señuelos de fibra colocados en lo alto de dos encinas dando la sensación de ser torcaces posadas en lo alto de la misma, también coloqué las caperuzas a los ciegos que pasaron a su posadero en espera de hacer su trabajo en breve.

La mañana estaba  rasa, estábamos muy contentos porque la predicción del tiempo anunciaba niebla a primera hora, al menos durante una hora, pero en esta caso  como digo la mañana no podía estar mejor.

Teníamos todo preparado  en espera de que las torcaces decidieran moverse,  sobre las nueve estas comenzaron a moverse, y desde ese mismo momento comenzaron a atender a mis cimbeles y a realizar picadas espectaculares, parecían camikaces, era impresionante, de hecho las dos primeras entraron tan fuerte que me las tragué olímpicamente.

Alberto solo sabia decir, madre mía, es por demás, como entran, es impresionante, en más de una hora no dejó de decir cosas parecidas, para terminar reconociendo que hacía muchas años que no veía picarse así las palomas, yo ya se lo había advertido la noche antes pero el nunca se figuró algo así.

Lógicamente la gozada era increíble, dichas torcaces venían altas pero al trabajarlas con los cimbeles estas cerraban las alas  a una velocidad endiablada y venían a picarnos, había que agarrarse los machos porque la paloma en general al venir tan fuerte y decididas tenían mucho que matar.

Más o menos en una hora  conseguimos que 16 de ellas dieran con sus plumas en el suelo,  que lógicamente se quedaron todas en espera de ser cobradas hasta que aquello bajara en intensidad.

Pero como todo no pueden ser alegrías sobre las diez de la mañana comenzó a venir una niebla de la zona sur que en pocos minutos nos tapó del todo.

Yo le comenté a Alberto que dicha niebla nos iba a fastidiar la jornada,  que se pararían en seco,  y así fue, se pararon por completo,  pasamos de estar agitados y calentitos a pasar algo de frío sobre todo en los pies por estar parados.

No había nada que hacer, solo rezar para que la niebla levantara pronto, hubo dos amagos de levantar pero se volvió a echar,  al final desistimos de esperar en el interior del puesto, por lo que para no estar parado cogimos algo de leña fina para hacer una lumbre y al menos calentarnos.

Como estábamos conectados por las emisoras Jose Luis  y yo charlamos varias veces durante la mañana, a el le había ocurrido igual que a mi, tubo un rato entretenido,  después vino la niebla  y todo se quedó en suspenso.

Unos minutos antes de la una quedamos en que bajarían hasta mi puesto y allí comeríamos todos.

 

Una vez que conseguí hacer que la leña fina comenzara a coger fuerza le puse leña gruesa de la que Jose Luis me tiene allí tapada con un bidón cortado, y la lumbre comenzó a coger forma.

Sobre la una bajaron Jose Luis, Juan Luis, y Paco , el primo de Jose Luis que se había puesto en la parte alta de la finca,  se iniciaba ese día como cimbelero, no tuvo mucha suerte, vio palomas pasar cerca de su puesto pero no consiguió atraerlas, solo pudo cobrar una, pero estaba como una moto porque  estaba encantando por todo lo que estaba sucediendo a su alrededor.

Una vez que el fuego bajó de intensidad y después de haber preparado y degustado un aperitivo compuesto por  jamón, queso, morcón ibérico, morcilla patatera,  unos boquerones en aceite y ajo made in Juani que estaban riquísimos, y un estupendo salchichón que trajo Paco, Jose Luis colocó las chuletillas de cordero en la parrilla  y comenzamos a dar buena cuenta de ellas, Paco también había traído una carne espectacular, creo que era carrillera ibérica interior, era exquisita, parecía mantequilla, estaba riquísima.

Como sería la cosa que la carne de becerro que había traído Jose Luis y que era mucha no llegamos a probarla, una pena pero ya estábamos más que llenos y habíamos comido y bebido muy bien, y había que seguir cazando.

Una vez finalizada la comida recogimos todo y nos volvimos a despedir marchándose cada uno a su puesto.

La tarde era preciosa soleada, sin viento prácticamente, lo que invitaba  incluso a salirse del puesto para disfrutar de ella.

La tarde no fue tan movida como la mañana, pero también tuvimos algunos lances muy bonitos, y algunas que otras torcaces que me deje pasar sin tirar, seria cosa del vino, vamos digo yo.

Jose Luis estaba tirando más que por la mañana algo que me alegró enormemente por que por la mañana había sido al revés, yo había tirado más que él.

Algo antes de las cinco comencé a recoger todo el material montado y subimos a ver a Jose Luis y a Juan Luis, allí inmortalizamos las capturas y dimos la jornada por concluida, fuimos hasta la casa recogimos lo que a la mañana habíamos dejado allí y nos fuimos hasta el hotel para tomar un café, y charlar un poco sobre lo acontecido durante toda la jornada.

Seguidamente Juan Luis y Alberto decidieron que eran muchos kilómetros los que le quedaban y se marcharían, entre otras cosas algo muy normal.

Y se acabó. Habíamos pasado una jornada muy bonita, la pena fue la niebla que nos paró la mañana. Los dos cámaras reconocían que a veces era difícil conseguir encuadrar a las torcaces cuando se picaban tan fuertemente, sobre todo Juan Luis, que está acostumbrado a  filmar las monterías pero hacer un reportaje de palomas con cimbeles era el primero, no así Alberto que es una gran aficionado a esta bonita modalidad, y sabe donde esperar a la torcaz en su entrada a la plaza.

 

Hoy y desde estas lineas quiero de nuevo agradecer a mi amigo Jose Luis el que cuente conmigo a la hora de compartir una jornada cimbelera, eso los dos sabemos que es así, y a Juan Luis y a Alberto por su dedicación absoluta hacia nosotros dos, está claro que son dos fenomenales profesionales. Desde aquí mi agradecimiento a los dos, y espero volver a repetir algo parecido.

Hasta la próxima Chavales

Tiempo de Torcaces y Cimbeles

Posiblemente el hecho de que hasta la fecha y desde que comenzó la temporada cimbelera no hayamos comentado nada el respecto es por la mala situación por la que pasa dicha temporada.

Nuestra intención fue el dar noticias sobre la entrada de la paloma torcaz en la Península Ibérica, a lo que todos llamamos La PASA.

Realmente, ¿Qué ha pasado con la pasa ?  Si hay alguien que realmente lo sepa  humildemente le agradecería que me lo hiciera saber, por que yo sinceramente no lo sé.

Dicen que no han llegado a pasar ni 500.000 palomas, ¿es esto cierto ?  o ni eso, por que yo si es así, casi que me conformo, pero hay quien dice también que han pasado muchas más, lógicamente nos interesaría creer a estos últimos, pero sinceramente  creo que esto no lo sabe nadie.

Siguen contándonos que las famosas Landas, e incluso el centro de Francia esta lleno de torcaces, si esto es verdad a estas fechas nos podemos despedir de tener una temporada aceptable de torcaces.

No sé que pensar, pero lo que si es cierto es que desde que se inició la temporada  he salido varios días acompañado de mis cimbeles por la zona de Extremadura mas concretamente por Torrejón el Rubio, y creo que no han llegado a cincuenta las torcaces cobradas. En dichas salidas he visto pocas palomas, quizás algunos buenos bandos de pase pero lo que son torcaces aquerenciadas más bien pocas.

Ilusión tenia un servidor  por que llegara el puente de la Constitución como así llamamos a este que finalizó este pasado lunes, eso me daría la posibilidad de colocarme las botas el viernes por la mañana y quitármelas el lunes al finalizar la jornada,  ademas había hecho pandilla con mi buen amigo José Luis  al que  visitaría en su finca de Salamanca para cazar con él.

Lógicamente esto era lo que mas ilusión me hacía, entre otras cosas porque este me había dicho que había bastantes palomas,  y que además se movieran donde se movieran acababan todas en el regato donde habitualmente me suelo colocar, osea cerca de mi puesto.

Ni que decir tiene que como siempre cuando voy a visitar a José Luis comienzo con los preparativos dos semanas antes, de siempre he tenido mala memoria, por lo que lo mas aconsejable para mi es hacer una lista en la cual anoto todo lo que debo llevar en dichas salidas, también tengo que decir que en este caso he repetido varias veces la lista, entre otras cosas es una forma de comenzar a cazar, por que tenéis que estar de acuerdo conmigo que se comienza a cazar mucho antes de la jornada en sí.

El caso es que el viernes a las seis de la mañana ya estaba en danza, había quedado con mis amigos José y Andrés en ir a una finca que tenemos en Torrejón el Rubio a vernos las caras con las palomas. Mi intención era cazar con ellos y cuando la cosa se enfriara a medio día comer un bocadillo con una cerveza sin alcohol y marcharme a Salamanca.

Llegamos a la finca a las siete de la mañana, y opté por colocarme en un puesto que tengo en el centro de la finca al cual le llamamos el de los cochinos,  después de colocar todo el equipo, a eso de las nueve de la mañana conseguí meter un bandito de ocho palomas hasta la cocina  me quedé con una en un precioso lance que me animó, pero que se quedó en eso, conseguí engañar algunas más,  en poco rato pude cobrar cinco bonitas azules, pero también se quedó en eso porque a partir de las once de la mañana las palomas desparecieron y no volví a saber nada de ellas.

Como la cosa estaba tan parada sobre las dos de la tarde decidí recoger  y preparar el equipo en el automóvil para marcharme sin prisas a Salamanca , llamé a José y le dije que en el  interior del puesto les dejaba las cinco palomas cobradas para que se las llevaran ellos, me despedí y puse camino a Salamanca.

 

Sobre las cuatro y media de la tarde ya estaba en el hotel colocando la ropa en los armarios y después le di de comer a mis cimbeles.

La tarde se me hizo muy larga, dediqué parte de ella a colocar bien el interior del coche organizándolo todo para el día siguiente. Una vez me di una ducha  me cambié de ropa y bajé al salón del hotel con la tablet en las manos y acompañado de una cerveza bien fría y de unas olivas  estuve un buen rato navegando por Internet informándome de temas relacionados con las torcaces.

Sobre las nueve cené un poco, y a las diez de la noche ya estaba metido en la cama  y a continuación en los brazos de Morfeo.

A las cinco de la mañana ya estaba en pie,  y a las seis me recogió José Luis en la puerta del hotel. Después de darnos un fuerte abrazo nos encaminamos hacia la finca, después de desayunar esperé a que José Luis recogiera del palomar sus cimbeles, nos encaminamos hacia nuestras puestos, este se colocaría en una cerca donde se encuentran las casas, y yo en el regato donde suelo ponerme.

El día antes José Luis me había comentado que me había colocado unas ramas secas en la zona donde me solía colocar, pero al llegar me llevé una gran alegría, pues este había tenido el detalle de hacerme un puesto de los que yo llamo alicatado hasta el techo, un puesto preparado con postes de acero y un mallado, al cual le había colocado leña seca para que las vacas no le metieran mano, solo faltaba incorporarle una ramas verdes.

La verdad es que me gustó mucho el detalle, el montar y desmontar un puesto es algo necesario, pero que a mi particularmente es lo que menos me gusta de esta bonita modalidad de caza, es por lo que interiormente se lo agradecí de corazón.

Al llegar no me gustó que no salieran palomas de las encinas pero lo dejé pasar, sabiendo al menos que la tarde allí no iba a ser buena, pero bueno, tenia todo el día por delante para disfrutar.

Teniendo en cuenta que el día antes había sido un día de fuertes nieblas en toda la zona, y que sinceramente esperábamos que en este se repitieran, dimos gracias a los cielos porque el amanecer se veía muy estrellado, algo que al menos a mi hizo que se me movieran pajaritos en el estomago.

Después de montar todo el equipo  ya viéndose perfectamente llevé el coche a unos doscientos metros y lo escondí debajo de una encina enorme fuera de la vista de las torcaces.

Cerca de las nueve de la mañana me coloqué el bala clava, la gorra con la cámara de vídeo incorporada, y los cascos electrónicos, cargué las escopetas y me metí dentro del puesto con la intención de no salir en bastante tiempo, al menos eso esperaba.

No habían pasado unos minutos cuando comenzaron a moverse las torcaces por los alrededores, hice trabajar  a mis compañeros alados y los lances se sucedieron uno tras otro, era un verdaderos espectáculo ver como se picaban las torcaces, eran auténticos camicaces que hacían que te tuvieras que centrar en ellas para no tragártelas.

Así trascurrieron las dos horas siguientes, pero poco a poco fue bajando la intensidad de los laces, entre otras cosas algo muy lógico.

José Luis y yo estábamos conectados con las emisoras, por lo que a pesar de escuchar en la lejanía sus disparos, y el los míos, hablábamos constantemente  nos poníamos al corriente de todo lo acaecido.

Sobre las doce del medio día el parón fue total, no se veía una paloma por ningún sitio por lo que pronto comencé a darle la vara a José Luis para que comiéramos, a lo que el me dijo que en media hora bajaría hasta mi puesto para comer.

Como la cosa estaba totalmente parada me dispuse a preparar la fogata para asar las chuletillas de cordero, no sin antes preparar unos aperitivos como queso, morcilla patatera, morcón ibérico y unos tacos de jamón,  colocando al sol las anchoas para que el aceite coagulada se derritiera y estuvieran mas sabrosas.

No tardó José Luis en llegar, sacamos un par de mesas, abrimos unas cervezas bien frías y mientras se hacían las brasas dimos cuenta del aperitivo y de las cervezas, para abrir a continuación una botella de vino de pitarra Extremeño, muy rico por cierto.

La comida fue muy amena, como suele ocurrir siempre, no casi siempre, si no siempre, la comida con un buen amigo, o amigos en mitad de la dehesa como se suele decir, no tiene precio, y esto es una verdad como un piano de grande.

Aun sabiendo que yo en ese puesto de tarde haría poca cosa decidí que me quedaría allí y no me movería, la suerte estaba echada  y no era momento para cambiar el mucho equipo que suelo montar en todas mis salidas cimbeleras.

Una vez acabamos de comer José Luis se marchó al cercado de la casa y yo me senté al sol al lado del puesto a reposar la comida, sabiendo que la caza de la tarde seria incierta, pero eso de verdad era lo de menos.

Como preveía la tarde fue algo incierta, al menos para mi, porque para sorpresa mía cuando llegué a la casa comprobé que José Luis bajaba del coche de nuevo una bonita percha de palomas, porque entre otras cosas no había escuchado sus tiros.

El caso es que la jornada había llegado a su fin  había sido una jornada muy bonita, habíamos pasado de los cincuenta pájaros  con una calidad espectacular, no se le podía poner pegas a dicha jornada, había sido un día muy entretenido,  y en muy buena compañía, y eso era lo mas importante.

Una vez José Luis recogió las palomas y se cambió de ropa dejamos mi coche en el interior de la nave y nos fuimos a tomar una cerveza al hotel, allí estuvimos decidiendo si cazábamos al día siguiente o no, pues las predicciones del tiempo daban algo de agua y cielo gris, algo que todos sabemos que no es nada bueno para cazar con cimbeles. Al final decidimos que cazaríamos por la mañana hasta que el tiempo nos lo permitiera, y después y desde allí yo me iría a Cáceres y el se quedaría en Salamanca.

Después de tomar la cerveza y charlar un buen rato sobre lo acontecido durante la jornada nos despedimos y quedamos que al día siguiente me recogería a las seis y cuarto en la puerta del hotel.

Una vez solo subí a la habitación  me di una importante ducha, a continuación bajé a cenar algo y después volví a subir, me metí en la cama y sobre las once volvía a estar en los brazos de Morfeo.

Por segunda vez e igualmente que el día anterior el domingo José luis fue a recogerme al hotel a las 6´15, de allí a la finca y nuevamente después de desayunar planeamos donde deberíamos de ponernos y montar,  al final después de algunas dudas razonables decidimos que yo me colocaría al lado de  unos grandes chopos que están al lado de una charca y de la casa,  José Luis se colocaría en la zona de arriba muy cerca de la linde. El día por desgracia no estaba como el anterior, estaba completamente cerrado, gris, y con pinta de llover, José Luis me advirtió que donde me colocaría   podrían llegar los cochinos, por lo que me dijo que dejara el equipo en la zona donde iba a colocar el puesto y sacara el coche de la cerca y lo dejara en la contigua a la que no podían acceder dichos cochinos.

Y así lo hice, saqué todo el equipo del coche, monté el puesto portátil y dos cimbeleras y saqué el coche de la cerca, mi sorpresa fue que cuando volví ya estaban los cochinos merodeando por la zona cosa que me preocupó , por que cuando estos se ponen a ser pesados no hay forma de cazar tranquilamente.

Comenzó a moverse alguna paloma suelta, muy pocas, pero eso era lo de menos porque yo solo me preocupaba de que los cochinos no se comieran las cuerdas, el puesto, o se restregaran en las pértigas, vamos una alegría, allí no había forma de cazar.

Como sería la cosa que después de haber montado todo decidí que lo desmontaría y me iría a ver a mi amigo José Luis que ya había tirado algunos tiros. Todo lo rápido que pude desmonté lo montado y después de llamar a José Luis para que me explicara donde estaba exactamente me presenté en su carro puesto y me metí con el en su interior y nos dispusimos a comentar temas relacionados con el cimbeleo, mientras algunas que otras torcaces se movían por la zona y José Luis daba buena cuenta de ellas.

El día seguía muy plomizo, incluso se notaba algo de chiribiri, muy poco, pero aun así las palomas que entraron mientras yo estaba allí con José Luis se picaron muy bien y entraron hasta la cocina.

Sobre las doce treinta y viendo que el día no daría más de sí decidimos que recogeríamos y lo dejaríamos por este fin de semana, y así fue, ayudé a Jose Luis a recoger todo el equipo y desde allí nos fuimos a la casa para acabar despidiéndonos y marchándonos cada uno a nuestro olivo.

 

Nuevamente y al margen de que el segundo día no había acompañado climatológicamente yo lo había pasado fenomenal, había disfrutado de la caza y de mi amigo José Luis, que como siempre me dispuso un trato exquisito, haciéndome sentir que estaba en mi casa como el suele decirme de vez en cuando.

Sobre la una de la tarde salí de la finca y dos horas después estaba soltando a mis colaboradores alados en el palomar para que descansaran , comieran, y se recuperaran de tres jornadas de traqueteo cimbelero.

Una vez más y como siempre suelo hacer desde estas lineas muchas gracias por todo a mi amigo y compañero de cimbeleo José Luis,  además en esta ocasión darle las gracias por ese puesto natural que me ha preparado en el regato donde yo me suelo poner cada vez que voy a cazar con él, muchísimas gracias y hasta la próxima.

Y como no había tenido suficiente con tres días, no podía dejar de pasar la oportunidad de hacerlo un cuarto.

 

El lunes a las seis treinta ya estaba saliendo de casa con mis cimbeles mis escopetas y con ánimos de pasar un día de campo, y digo esto por que al final fue lo que fue, un maravilloso día de campo.

Yo tenía mis dudas si tendría que torear con las nieblas que estaban más que anunciadas pero una vez que desayuné en la churrería a la que suelo ir y salir camino de la finca pude ir comprobando que no había niebla, y que el cielo estaba estrellado, cosa que me alegró mucho y me hizo cambiar de idea al respecto del puesto donde pensaba colocarme inicialmente, por lo que al final me instalé en un puesto que esta en el centro de las cuatro cercas de la finca al cual llamamos «el de los cochinos».

Una vez que monté dos pértigas con dos verticales en sus respectivas encinas preparadas para ello, monté la vara Portuguesa, y siete pichones nuevos iniciados para cazarlos como ciegos y que decidiría durante la jornada cuales merecerían cazar conmigo en el futuro y cuales no.

Sabia que habría poco movimiento de torcaces y dedicaría la jornada a relajarme adiestrando dichos pichones.

Lo siguiente que hice fue colocarles uno a uno una pihuela de lance y los estuve lanzando al aire durante un rato como recordatorio, al fin y al cabo estos pichones no habían pisado el campo desde el mes de Julio.

De los siete pichones había dos que estaban sin probar y que a la postre fueron los dos que después de mucho adiestramiento deseché por que no serian nunca buenos, y tener algo que no va a ser bueno nunca es tontería.

Mientras adiestraba  a los otro cinco pichones se movieron algunas torcaces por la zona, y en poco tiempo conseguí meter algunas cobrando tres preciosas palomas, pero lo bueno se acaba y al poco rato no se veía ni una sola paloma por la zona.

El día se quedó muy bueno, salió el sol mezclado con alguna pequeña nube pero sin nada de frío.

Yo seguí a ratos con el adiestramiento de los pichones , digo a ratos por que acabe desriñonado de tanto agacharme cogerlos y lanzarlos de nuevo.

Para descansar un  poco lo que hice fue cortar unas ramas de mamones de las encinas y adecentar algo más el puesto, también forré de cuerda el posadero de caña de los ciegos e hice unos enganches de alambre dura para colgar en el interior del puesto los accesorios y pequeños componentes del equipo cimbelero.

Cuando me di cuenta eran cerca de la una de la tarde, y me di cuenta porque las tripas me hacían ruido, por lo que me acerqué al coche y me traje la mochila de la comida, un pan y una botella de vino de pitarrra, como estaba solo no merecía la pena sacar y montar la mesa para comer, por lo que coloqué todo encima del jaulon de los cimbeles  me senté en mi silla y me dispuse a tomar el taco, todo ello acompañado de unos tragos de vino que me supieron a gloria.

El día era maravilloso, por lo que no me di prisa para tomar dicho taco, aquello realmente era lo mas parecido a pasar un día de campo acompañado de escopeta que yo había vivido nunca, que tranquilidad, que rico el taco, que ricoooooo el vino, vamos un disfrute total.

Una vez que terminé de comer recogí lo que quedaba de taco, y del vinoooooo, coloqué los pies en lo alto del jaulon de los cimbeles me eché hacia atrás y cuando me quise dar cuenta me había quedado traspuesto, vamos dormido.

Que siesta mas rica, que tranquilidad, no se oían ni los pájaros, un verdadero disfrute de los que un día en el que vuelan torcaces por los cielos no tendremos nunca jamás.

Sobre las dos treinta alguna paloma suelta se movió , pero muy pocas muy pocas, y hasta las cuatro que decidí dejarlo cobré otras dos que se dejaron engañar escandalosamente.

Fue entonces cuando me di cuenta de que se me había acabado el puente de la Constitución , me di cuenta que ya solo me quedaba recoger a mis queridos cimbeles y recoger el equipo montado y marcharme a casa.

Había pasado un viernes tranquilo y  de viaje, un sábado glorioso en el que los cimbeles trabajaron muy bien y las torcaces se dejaron querer de lo lindo, un domingo gris pero que dio para pasar un par de  horas con mi amigo José Luis charlando y cazando a la vez en su puesto remolque, y un lunes festivo en el que a priori seria neblinoso y que contrariamente se había quedado en un buen día sin torcaces que llevarse a la boca, pero que me permitió pasar un día de campo de los que hacia muchos años que no había disfrutado.

Esta claro que soy un privilegiado por poder permitirme el disfrutar tanto de cosas tan pequeñas, ¿o quizás no?.

Juan Manuel Alonso Rabazo.-

 

 

 

Segunda Jornada de Media Veda 2019

Ni que decir tiene que era lógico pensar que después de los  buenos resultados del inicio de la media veda en Salamanca,  junto a mi buen amigo y compañero de andanzas cimbeleras Jose Luis, repitiéramos aspirando a tener los mismos resultados, otra cosa es que esto fuera así, pero el desearlo es gratis y el tiempo nos daría o nos quitaría la razón.

El caso es que Jose Luis y yo hablamos durante la semana y decidimos que volveríamos a hacer  pandilla los dos.

El sábado al igual que la semana anterior y después de salir de trabajar a las dos de la tarde me encaminé hacia Salamanca sin prisas pero sin pausas.

Sobre las cuatro de la tarde y después de dejar las armas y la ropa en la habitación del hotel, comí algo en la barra del bar y a continuación llamé a Jose Luis. Este me dijo que estaba en la finca pues se había quedado para arar uno de los dos rastrojos aprovechando que el día antes había  llovido algo y la tierra estaba apta para ello.

Sobre las cinco de la tarde llegué a la finca y después de darle un fuerte abrazo a mi amigo, no encaminamos hacia el rastrojo para montar los puesto.

En esta ocasión y al haber arado el rastrojo donde este había estado la semana anterior quedamos en que se colocaría en la parte de abajo del rastrojo grande y yo montaría donde el domingo pasado.

Y así lo hicimos, bajamos los dos hasta dicho rastrojo y comenzamos el montaje del puesto y de las cimbeleras, Jose Luis lo del puesto lo tiene mas fácil, solo tiene que desenganchar del coche el puesto remolque que tiene para estos menesteres y colocarlo en el sitio elegido.

Servidor, después de colocar el puesto, y montar dos cimbeleras de bomba y una vara Portuguesa me curé en salud y monté un puesto mas pequeño a sesenta metros del primero por si las tórtolas hacían lo de la semana anterior y aprovechar al menos a primera hora la entrada de estas intentando cobrar algunas hasta que las torcaces se decidieran a entrar a comer al rastrojo.

Una vez montado todo con mucha ilusión nos marchamos  hasta la casa, y después de esperar que Jose Luis se cambiara de ropa dejamos mi coche en la nave de la finca y nos fuimos los dos hasta el hotel donde nos tomamos una cerveza importante para a continuación despedirnos hasta el día siguiente que quedamos a las seis en la puerta del hotel donde Jose Luis me recogería para dirigirnos a la finca.

Después de cenar algo en la terraza del hotel, subí a la habitación y después de darme una ducha me metí en la cama y a la vez en los brazos de Morfeo.

A las cinco de mañana me levanté me vestí y a las cinco cuarenta y cinco ya estaba esperando a mi compañero.

Al momento llegó y nos fuimos hacia la finca.

Un rato después ya estábamos los dos desayunando  un rico bizcocho de naranja que Jose Luis había hecho la noche anterior, y lógicamente de allí al rastrojo.

Una vez en el subí mis palomas a sus posaderos, y encaperucé a los ciegos colocandolos también en su respectivo.

Yo una vez instalado todo el equipo cimbelero en la plaza dejé una escopeta en el interior del puesto y me llevé a su gemela hasta el puesto tortolero donde decidí comenzar la jornada esperando a las africanas.

 

Sobre las ocho de la mañana, quizás algo mas, comenzaron a entrar estas pero para sorpresa mía no venían del regato del domingo anterior si no del rastrojo, lo que quería decir que me entraban por atrás, esta claro que no se pueden hacer planes. Seguramente si la semana anterior hubiera comenzado la jornada donde lo estaba haciendo en esta hubiera hecho una percha impresionante de tórtolas , pues como ya dije anteriormente en esa jornada habían entrado al rastrojo muchos cientos de tórtolas.

El caso que visto lo visto dejé la escopeta 2 en el puesto tortolero y me metí en el cimbelero, me hacia mucha ilusión volver a cazar a mis pichones del año, y darles otra buena lección cimbelera.

La verdad es que se estaban moviendo menos pájaros que el domingo anterior, entre otras cosas algo normal, pues los que cobramos el pasado domingo ya no estarían allí, aunque Jose Luis no paraba de tirar, me tenia mas que nervioso, no paraba, y sobre todo en el tema de las tórtolas se estaba divirtiendo, a medida que transcurría el tiempo las torcaces, y en menor numero las tórtolas comenzaron a llevarse bien conmigo, y hasta las once que recogimos la verdad es que lo pase bastante bien teniendo bastantes  lances sobre todo cimbeleros.

  

Una vez que recogimos y nos reunimos los dos pudimos comprobar que la cosa no había ido tan mal como pensé al principio, Jose Luis me cortó las culeras pero me acerqué a el mucho mas que a primeras horas, y al final los dos tan contentos.

De allí a la casa y después de hacernos un par de fotografías para el recuerdo nos tomamos una cervecita muy fría y a continuación comenzamos con el aperitivo.

Estando en ello y a la vez comentando como había trascurrido la mañana Jose Luis llamo a su primo para que se viniera a comer con nosotros, y a la tarde a cazar de nuevo, ya los tres juntos, este que tiene mas vicio cinegetico que una tomatera dijo que no tardaría mucho , y así fue, al poco rato se presentó en la casa y comimos y charlamos los tres juntos lógicamente de temas principalmente relacionados con la caza.

El resultado de la mañana

Sobre las cuatro de la tarde decidimos bajar al rastrojo y colocarnos, el primo de Jose Luis se colocó con el en el puesto remolque, y yo repetí en el mismo sitio. Yo no tenia ilusión ninguna, estaba casi seguro que por la tarde veríamos pocos pájaros, y así fue, eso no quiere decir que no tirara mis tiritos y tuviera algunos lances, pero la cosa no tuvo nada que ver con la mañana.

Como la cosa estaba parada , yo soy pájaro viejo y sabía que haríamos poca cosa por la tarde, poco apoco fui recogiendo todo el material cimbelero y acabé cazando exclusivamente en el puesto tortolero. Allí cobré media docena de pájaros y a las ocho de la tarde recogí del todo y me reuní con Jose Luis y su primo para a continuación subir los tres hasta la casa.

Allí una vez metida la caza en las correspondientes neveras para que no se estropeara su deliciosa carne, nos despedimos y nos dirigimos los tres hacia Salamanca, Jose Luis y su primo a sus respectivas casas, y yo al hotel quedando de acuerdo en descansar la semana siguiente para intentar cazar la ultima semana de la Media Veda, todo dependería de como siguiera el rastrojo de tórtolas y palomas, pero eso seria mas adelante pues tendríamos dos semanas para pensarlo.

Una vez en el hotel subí las armas a la habitación me di una relajante ducha y bajé a cenar, a continuación subí me metí en la cama y de nuevo tardé muy poco en volver a estar en brazos de Morfeo.

A las cinco y cuarto del día siguiente me levanté y a las seis estaba en marcha a casa, a las siete cuarenta y cinco estaba dejando a mis queridos pichones en su voladero para que comieran bebieran y descansaran, de nuevo se lo merecían.

Una vez mas he disfrutado de mis salidas cimbeleras en Salamanca junto a mi buen amigo Jose Luis, como anteriormente he dicho la semana que viene dejaremos descansar el rastrojo, y dependiendo de como siga nos despediremos el  próximo día 15 que es cuando finaliza la Media Veda en Castilla y León, esperemos que al menos el tiempo nos lo permita y pasemos los dos juntos una nueva jornada cimbelera.

Como siempre, muchas gracias por todo compañero…..

 

Juan Manuel Alonso Rabazo.

Inicio de La Media Veda 2019

Después del largo parón obligatorio de nuevo estamos dando guerra.

Desde que a últimos de febrero colgáramos nuestros aperos cimbeleros en espera de una nueva temporada , y dedicarnos a la cría y enseñanza de nuestros nuevos pichones, llegó el momento de probarlos en acción de caza, y nada mejor que aprovechar la media veda para darles picadero a nuestros nuevos colaboradores, y ver como se desenvuelven en acción de caza.

Ya que en mi comunidad no esta permitido cazar en la media veda con cimbeles, acepté encantado la invitación de mi buen amigo Jose Luis para ir a cazar a su finca.

Dicho y hecho, la apertura de la Media Veda en la  comunidad de Castilla y León  se iniciaba el pasado 25 de Agosto, y como yo soy una persona muy obediente, el día antes por la tarde daba un fuerte abrazo de nuevo a Jose Luis en la puerta de su casa en la finca.

Después de saludar a su encantadora familia nos acercamos al rastrojo de trigo donde pasaríamos la jornada al día siguiente y buscamos el emplazamiento para colocar los puestos.

Jose Luis instaló su remoque puesto en la parte alta del rastrojo, y  yo lógicamente lo hice en la parte baja del mismo alejado lo mas posible a el para no molestarnos el uno al otro.

Una vez colocado el puesto instalé  dos pértigas con dos verticales en las respectivas encinas que tenia  delante a quince metros, y a continuación una vara Portuguesa en la encina que me daría la sombra al día siguiente. Enganché las cuerdas de tiro a las cimbeleras y dejé todo preparado para solo tener que subir los pichones a sus respectivas cimbeleras al día siguiente.

Una vez dado el visto bueno a todo lo montado, nos fuimos a la casa donde me tenían preparada una agradable cena que compartimos en el jardincito de la casa  y debajo de un tupido nogal.

Sobre las diez treinta me despedí de ellos y me dirigí al hotel donde pasaría las dos próximas noches, y después de darme una buena ducha me metí en la cama y me quedé dormido.

A las seis y veintiséis de la mañana llegué a la puerta de la finca y ya me estaba Jose Luis esperando, y de allí fuimos hasta el rastrojo,donde pasaríamos la jornada.

En poco tiempo ya tenia a los pichones en lo alto de sus posaderos, a los nuevos  ciegos encapuchados, y esperando que el sol joven y fuerte venciera la luna que se alejaría impotente del campo de batalla, vamos esperando que amaneciera.

Y amaneció, y lógicamente las primeras que comenzaron a entrar en en rastrojo fueron las tórtolas, y lo mejor de todo es que lo hacían en gran número, lo que me hizo dudar si debería dejar los cimbeles de lado y colocarme a ellas o seguir dentro del puesto cimbelero.

Tuve muchas dudas, no sabia que hacer, las tórtolas no dejaban de entrar a mis espaladas y me tenían nervioso, pero el problema es que las torcaces también comenzaron a entrar y se picaban a los pichones sin paracaídas.

El caso es que compartí lances cimbeleros con tortoleros, y al final de la mañana había tirado cuatro cajas de cartuchos y había conseguido una bonita y abultada percha de tórtolas y torcaces. Ni que decir tiene que a mi compañero le ocurrió exactamente lo mismo, y al final conseguimos hacer una bonita foto junto a sus preciosa hija y con las capturas conseguidas.

De nuevo fui invitado a comer en el jardincito de la casa, y después de disfrutar de una gran comida veraniega nos encaminamos de nuevo al rastrojo, pero en esta ocasión no las teníamos todas consigo porque el pronostico del tiempo daba tormentas, y al final temíamos que acabáramos calados.

Y así pudo ser si no hubiéramos optado por recoger todo el equipo, porque fue acabar de hacerlo y descargar la tormenta mojando todo a su  paso mientra marchábamos hacia la casa en nuestros vehículos.

Si es cierto que cobramos algunas, pero fueron pocas, no tuvo nada que ver con la  mañana, pero todos sabemos como son estas cosas y nos dábamos por contentos y satisfechos de la tirada que habíamos hecho a la mañana.

De nuevo cena, pero en esta ocasión en el interior de la casa debido a lo que llovía, y después tocó despedirme de todos y marcharme al hotel a darme una ducha y a meterme en la cama, había decidido que me quedaría a dormir allí y muy temprano saldría dirección a  casa.

A las seis de la mañana ya estaba en marcha, dos horas mas tarde estaba dejando a mis nuevos campeones en el palomar para que descansaran.

A mi no me quedo mas que recordar una y otra vez las picadas de las torcaces entrando a los pichones y el rapidísimo vuelo de las tórtolas que desde el principio daba la sensación de que estaban cabreadas, por que eran autenticas balas.

Y también pensé que hacia muchos años que  no veía tantas tórtolas entrar a un rastrojo natural, era impresionante, ya me daba igual el abatirlas o no, pero me encantó ver ese gran número de africanas y sus rapidísimos vuelos.

El caso es que nuevamente lo pasé de maravilla con mi amigo Jose Luis y su familia, y ya pensando en repetirlo muy pronto.

Gracias por todo AMIGO.

Juan Manuel Alonso Rabazo.-

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Finalizó la Media Veda 2018

Se acabó, ya llegó a su fin esta corta Media Veda 2018 que hace pocos días esperábamos su apertura con verdadera ansiedad y muchisma ilusión.

Al menos en Extremadura dicha temporada de Media Veda ha sido mas bien incierta, aunque mas que incierta se podía decir que muy floja. Las Torcaces a pesar de criar regular optaron por reunirse en los grandes comederos que se hacen por las diferentes zonas de dehesas, con lo que las fincas que optan por no hacerlos apenas las catan, como es mi caso. Y las tórtolas han brillado por su ausencia, posiblemente ha sido el año que menos Africanas he visto en los dos ratos que he estado puesto al paso esperando el poder abatir algunas.

En mi caso las ilusiones de dicha campaña se centraron en tierras charras, mas concretamente en la finca de mi buen amigo Jose Luis, yo imaginé desde un principio que al tener un rastrojo de trigo alguna que otra habría, y lo mejor es que al poder cazarse en esa Comunidad con cimbeles haría un par de visitas a mi amigo y de paso probaría los pichones que he adiestrado este año, algo que me llena de satisfacción por que el criar durante cuatro meses día a día a los susodichos tiene tela, y lógico es verse recompensado por un par de buenas jornadas cimbeleras estivales.

La primera salida a tierras charras fue todo un éxito, nos lo pasamos los dos en grande e hice un regreso a mi tierra que creo que no cogía en el coche, y mira que es grande, venia satisfecho al cien por cien, venia contento, por mis pichones, y por lo bien que lo había pasado junto a Jose Luis y su familia, vamos que estaba deseando repetir.

Y así fue, este fin de semana pasado después de haber pasado toda la semana organizando la salida tan ilusionado como en la primera, a sabiendas de que las que abatimos en la primera ya no entrarían a comer al rastrojo, el viernes sobre las ocho de la tarde salí hacia Salamanca con la intención de dormir allí viernes y sábado y regresar el domingo a medio día.

Sobre las diez de la noche y después de una sencilla cena subí a la habitación a descansar, y una hora después estaba asomado a la ventana viendo como descargaba una fuerte tormenta, no me gustó nada, todos sabemos que las tormentas hacen que rastrojos o comederos que albergan un buen numero de ejemplares queden vacíos, o al contrario, pero como la suerte ya estaba echada lo mejor seria meterme en la cama e  intentar dormir lo máximo posible, algo que no es fácil la noche anterior a una salida cimbelera, y esperar que las torcaces no se hubieran movido de la finca.

Habia quedado con Jose Luis en la puerta del hotel a las 6,15 y cinco minutos antes ya nos estábamos dando un abrazo antes de salir dirección a la finca.

Después de desayunar un rico bizcocho que Jose Luis había hecho la noche anterior, cogimos sus cimbeles y nos fuimos cada uno a nuestro puesto, de momento no  llovía, el suelo si estaba encharcado, por la tormenta de la noche anterior, pero no llovía, si que se veían rayos a lo lejos pero no llovía, según Jose Luis habían caído 12 litros, y eso siguió sin gustarme, pero la ilusión es mas fuerte que todos los imprevistos y me encaminé hacia el puesto con mucha ilusión.

Al llegar al sitio donde había estado hacia dos semanas monté el puesto allí mismo pero mirando hacia el norte en lugar de al sur como lo hice la ultima vez, pero los vientos mandan y en esta ocasión el viento vendría del sur.

A las ocho ya estaba esperando que se moviera alguna torcaz para intentar engañarla, pero hasta bien pasadas las nueve no vi palomas en las cercanías, se notaba que la tormenta había hecho estragos en las torcaces, y que de momento no querían venir a visitarnos.

Sobre las nueve comenzaron a moverse algunas torcaces y en cosa de una hora conseguí cobrar ocho  y una tórtola, y Jose Luis mas o menos igual que yo,  la verdad es que pasé un rato muy bonito, y de hecho pude haber cobrado algunas mas, pero por unas cosas u otras al fin fue lo que fue.

Al  ver que ya no se movían a partir de las diez treinta comenzamos a recoger y una hora después ya estábamos en la casa comentando como había trascurrido la media jornada. Yo vi bastantes palomas, no en el rastrojo que cazábamos si no en la finca lindera, en esta no había nadie cazando y estas se echaban allí lejos de nuestros disparos, posiblemente el estar Salamanca  de ferias hizo que nuestros vecinos no vinieran a cazar, de haber sido así las torcaces se hubieran movido mas y posiblemente hubiéramos hecho una bonita percha, pero bueno, pasó y pasó, de nada vale ya lamentarse.

Una vez en la casa acompañé a Jose Luis a a dar de comer a los animales, y después de alimentar a nuestros cimbeles nos sentamos en el jardín donde nos tomamos unas cervezas y un rico aperitivo para después comer una deliciosa carne  que Jose Luis preparó a la plancha, después del homenaje , pasamos al salón de la casa y nos echamos una siesta de algo mas de una hora que a los dos  nos supo a gloria.

Las predicciones del tiempo decían que por la tarde nos acompañarían de nuevo las tormentas, pero la verdad.es que cuando nos encaminamos hacia el rastrojo el cielo estaba totalmente despejado y nadie diría que esa tarde llovería

Una vez en la plaza tuve que cambiar el puesto y todas las cimbeleras porque el viento había cambiado, y ahora venia del noreste, lo que supuso el estar cuarenta minutos liado con el cambio.

La tarde fue trascurriendo y la tormenta cada vez estaba mas cerca, decir que solo había visto entrar al rastrojo una paloma a la cual no me dio tiempo de intentar engañarla, pero por lo demás no se veían ni en la finca de al lado donde por la mañana se vieron tantas.

Visto lo visto decidimos recoger todo y regresar a la casa, un verdadero acierto por que en ese momento arranco a llover. El caso es que la tarde fue nula, Jose Luis había cobrado la única que le entró y yo me casqué un bonito bolo, osease que ni disparé.

Sobre las siete de la tarde abandonamos la finca y nos dirigimos al hotel, pero en esta ocasión Jose Luis tenia algo que hacer y no paró, por lo que al ser tan temprano decidí que me daría un buen baño relajante y después coloqué toda la ropa y demás para salir temprano del hotel de nuevo hacia la finca sin tener que volver a por el bolso de viaje.

Después de una buena cena acompañado de unas cervezas volví a subir a la habitación y un rato después ya estaba en los brazos de Morfeo.

Al día siguiente había quedado en la puerta del hotel con Jose Luis a las 6,15 y a esa hora este se presentó con ilusión renovada y nos encaminamos hacia la finca.

Después de dar de nuevo cuenta de un buen trozo del bizcocho con un café , y  coger las palomas de Jose Luis volvimos al puesto del día anterior y montamos de nuevo, yo llevaba ilusión de que los vecinos tiraran esa mañana haciendo que las palomas se movieran, pero no fue así, los vecinos seguirían de ferias y habían pasado de las torcaces, el caso es que se movieron pocas torcaces, de hecho yo solo cobré tres tórtolas y una torcaz, y Jose luis creo que fueron cuatro y cuatro, pero a las diez de la mañana y visto lo visto comencé a recoger y cuarenta minutos después estábamos de nuevo en la casa.

Después de hacernos una fotografía para inmortalizar el fin de semana me despedí de mi amigo Jose Luis y me encaminé hacia Caceres, sobre la una de la tarde y después de soltar a mis palomas en el palomar ya estaba dándome un baño en la piscina del campo.

Un fin de temporada pasado por agua, no agua en cantidad pero lo justo para que nuestras amigas azules desaparecieran por arte de magia sin saber nadie donde se meten. De todas formas yo estoy contento con el fin de semana, pues al menos he convivido dos días al lado de mi buen amigo, y he cazado a mis pichones del año, cosa que a mi me hace mucha ilusión. Ahora habrá que esperar a que comiencen a llegar las torcaces del centro de Europa esperando que sea en buen numero y ya habrá tiempo para volver a reunirme con mi amigo Jose Luis y pasemos alguna que otra jornada cimbelera los dos juntos. YA FALTA MUY POCO……….

Juan Manuel Alonso Rabazo.-